Con sólo 19 años ya ha triunfado en el otro extremo del mundo. Este gaditano ha llegado y convencido donde ningún otro lo había hecho antes: un país donde el boxeo es casi religión. Carlos Coello solo había ido a Tailandia para sumergirse en el mundo del Thai Boxing, una de las Artes Marciales que practica en Cádiz, pero salió de allí como héroe en el Estadio Fairtex, uno de los cinco más importantes del país.

Coello llegó recientemente a Tailandia, donde iba a estar aproximadamente un mes para entrenar. Se alojó en un campamento llamado Pattaya Kombat Village, cuyo dueño es el italiano Christian Daghio, campeón del Mundo y de Europa de Thai Boxing. Ocho horas diarias de entrenamiento fueron suficientes para que, tras una semana, le ofrecieran a Coello pelear en un bar, algo muy típico del país y muy importante para el gaditano, ya que en España nunca antes había peleado.

Una tarde mientras dormía llamaron a su habitación y empezaron a ponerle vaselina en la cara y a hacerle fotos. Daghio le confirmó sus sospechas: iba a pelear en el Estadio Fairtex, el más importante de Pattaya. Todo esto sorprendió a Coello, ya que él solo estaba allí para entrenar. Tras otra semana de dura preparación, el campeón del Mundo le confirmó la cita y le felicitó porque estaba entrenando muy bien.

"Los días previos estuvieron llenos de nerviosismo, sobre todo cuando andábamos por la ciudad y veíamos los carteles de la velada con mi foto", asegura Coello. El día de la pelea el estadio lo llenaban más de 400 personas, las cámaras de televisión y las apuestas.

Dos extranjeros pelearon contra tailandeses y ambos perdieron por KO. Después de una dura pelea contra otro nativo, que contaba con más de 25 enfrentamientos a sus espaldas, el gaditano Coello logró ganar a los puntos su combate a cinco asaltos.

"Todavía no he hecho nada, solo ha sido mi primera pelea. Quiero seguir entrenando y aprender más para poder competir, pero siempre con mucha humildad", afirma Coello, que tiene en mente regresar a Tailandia en enero y permanecer allí un año para acabar de perfeccionar su técnica y seguir conociendo las especialidades filipinas. El boxeador gaditano tuvo su primer contacto con el mundo de las artes marciales a través de un primo que empezó a enseñarle cuando Coello tenía 13 años. Hoy lo recuerda con cariño, ya que gracias a esas primeras clases puede seguir peleando por su sueño.