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La fiscal que goleó a la FIFA sin saber qué es el fuera de juego

  • Loretta Lynch atrajo la atención de los medios a raíz del desarrollo de una investigación extensa en la que sacó a la luz la corrupción del órgano que todavía preside Joseph Blatter

La primera afroamericana nombrada fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, se ha ganado en los casi tres meses que lleva en el cargo el respeto mundial al marcar a la FIFA la mayor goleada de su historia. Y sin necesidad de saber lo que es un fuera de juego.

Nacida el 21 de mayo de 1959 en Greensboro, Carolina del Norte, Lynch, nieta de jornaleros explotados en las plantaciones del sur de Estados Unidos, se caracteriza por ser una mujer discreta, con nervios de acero y una reputación intachable. Así ha sido desde que llegara a la Fiscalía de Nueva York allá por 1990. Nueve años después se convirtió en su jefa.

Lynch empezó a captar la atención de los medios de comunicación con el drama racial de Baltimore, dio su primer golpe sobre la mesa con una multa millonaria a cinco de los mayores bancos del mundo y saltó a la fama el pasado mayo, cuando anunció una macroinvestigación por corrupción contra la hasta entonces intocable FIFA.

Como fiscal federal del Distrito Este de Nueva York, entre 2010 y 2015, la afroamericana se encargó de conectar las pruebas obtenidas por el FBI, así como de firmar y redactar muchos de los escritos de acusación que describen los delitos en los que habrían participado los 14 dirigentes futbolísticos imputados.

Con su multitudinaria comparecencia de mayo en Brooklyn para denunciar la trama de fraude, corrupción y sobornos, Lynch, de 56 años, incrementó vertiginosamente su popularidad y captó la atención mediática, sobre todo de los aficionados al fútbol.

Las búsquedas en Google para averiguar más sobre su vida y trayectoria profesional alcanzaron su pico más alto en el momento de su nombramiento en abril y lograron su segunda cresta en mayo, cuando sin levantar la voz denunció la trama de compraventa de voluntades e hizo temblar a la mayor organización internacional del balompié.

La mano de Lynch llegó a la Copa América, que se celebró en Chile y estuvo marcada por la ausencia de los máximos responsables de las federaciones sudamericanas de fútbol, algunos arrestados en la redada de Zúrich (Suiza) y otros a resguardo del escarnio público y la ira de los patrocinadores.

En línea con el silencio institucional de la Copa América, el presidente en funciones de la FIFA, Joseph Blatter, decidió cancelar recientemente su visita a Nueva Zelanda para presenciar la final del Mundial sub 20. Sin que le temblara el pulso, Blatter, en el ojo del huracán, se presentó a la reelección para su quinto mandato dos días después del anuncio de las imputaciones para luego dimitir y seguir, por el momento, al frente de la FIFA hasta que se celebren otras elecciones para las que todavía no hay fecha.

"Éste es sólo el comienzo de nuestro esfuerzo para erradicar la corrupción en el fútbol internacional", avisó Lynch, cuyo siguiente paso ha sido investigar la concesión de los Mundiales de Rusia en 2018 y de Qatar en 2022, desatando las reticencias y el enfado del presidente ruso, Vladimir Putin.

Con tintes geopolíticos, la pugna judicial tiene como escenarios Zúrich, donde tiene su sede la FIFA, y Estados Unidos, cuya justicia en el papel de policía del mundo no conoce límites cuando se trata de castigar a quienes violan la ley y afectan al país norteamericano, en el que el fútbol está lejos de ser el deporte rey.

Para justificar las peticiones de extradición de los mandatarios de la FIFA, Washington argumentó que las negociaciones para intercambiar influencias y dinero ilícito tuvieron lugar en su territorio y que, además, se utilizaron sus bancos de Wall Street para blanquear los sobornos.

Sin embargo, el terremoto no se limita a Estados Unidos o Suiza y los cánticos contra la corrupción de la FIFA los han entonado diferentes mandatarios sudamericanos, europeos y hasta el Parlamento Europeo, que pidió a Blatter que cediese su puesto a un dirigente provisional inmediatamente tras el estallido del escándalo.

Sumergida en el fragor de la batalla, queda por ver cuál será el plan de Lynch para conseguir que los acusados confiesen y den pistas sobre las "raíces profundas" de una trama que supuestamente, desde despachos de cristal, convirtió un deporte vibrante en una máquina de blanqueo de dinero.

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