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Final · Holanda- España

La emoción inolvidable de marcar un gol en una final

  • Algunos de los afortunados que han sido capaces de hacerlo recuerdan lo que sintieron.

"Era el día por el cual yo había  esperado toda mi vida... Yo pensaba: '¿Estoy realmente viviendo  esto?' Y, cuando vi la pelota entrar al arco: '¿Es verdad? ¿O es  mentira? ¿Es el mundo real? ¿O es una vez más ese sueño de toda una  vida en que yo me veía marcando un gol en un Mundial?'. Te agarra el  temor a que tu mamá te vaya a despertar". 

A los 54 anos de edad, ese es el recuerdo que mantiene hasta hoy  el argentino Jorge Valdano del gol que anotó en la final del Mundial  de Argentina 1986, el primero de la victoria de la albiceleste por  3-2 sobre la entonces Alemania Occidental. 

Marcar en una final mundialista es la máxima aspiración de  cualquier niño que sueña con convertirse un día en un gran  futbolista, pero muy pocos han logrado concretarla. En las 18  ediciones realizadas desde 1930, sólo 55 jugadores lograron inscribir  su nombre en la lista de goleadores en una final. De estos, sólo 34  siguen vivos hoy. 

Sus testimonios, publicados en la edición de este sábado del  diario sudafricano The Citizen, son la prueba definitiva de que la  emoción de marcar en una final -en especial cuando ese gol define o  ayuda a la conquista del título- es una de las más fuertes e  inolvidables que puede llegar a vivir un ser humano. 

"Ese gol cambió mi identidad. No tienes idea del orgullo que  siento por haber anotado por mi país en una final de Mundial. Fue muy  emocionante. No hay palabras... no hay palabras...", dice José Luis Tata Brown, quien inauguró el marcador para Argentina en esa final  de 1986. 

"El sentimiento es inexplicable. Es realmente la cima. Es el  sentido más intenso de satisfacción, orgullo y realización", coincide  el brasileno Ronaldo, alzado a la condición de héroe nacional tras  haber anotado los goles de la victoria por 2-0 sobre Alemania que le  permitió al país sudamericano alzarse con el pentacampeonato en  Corea/Japón 2002. 

El recuerdo de ese momento permanece de por vida. El brasileno  Pelé, quien cumplirá 70 anos de edad en octubre, no olvida hasta hoy  su primer gol en una final mundialista, anotado cuando tenía 17 anos  en Suecia 1958: "Yo empecé a llorar. (El portero) Gilmar me abrazó y  dijo: '¡Deja de llorar, niño, deja de llorar!' Pero era una emoción  fuerte que tu no logras explicar, no hay forma de describir lo que  sientes". 

Para algunos, como el germano Paul Breitner, quien anotó de penal  el tanto de empate con Holanda en la final del Mundial de Alemania  1974 que terminó con la victoria de los anfitriones por 2-1, la  emoción es tan intensa que causa una especie de "cortocircuito"  cerebral. 

"Dos minutos enteros de esa final desaparecieron de mi memoria.  Hubo un corte, un apagón mental. Sólo me acuerdo de los gritos de  júbilo de la multitud, que parecían interminables, pero no de cómo  fue el gol". 

Otros se acuerdan de cada mínimo detalle de su momento de gloria,  como el italiano Alessandro Altobelli, quien a los 54 años de edad  revive con palabras el tanto que selló la victoria por 3-1 de la  Azurra sobre Alemania en la final de España 1982. 

"El ruido que hace la red cuando marcas un gol poca gente lo  conoce. Quizás el portero lo conozca, pero este nunca querrá  escucharlo. Pero los atacantes lo entienden bien. Ese era el  sentimiento que yo perseguía. Era el momento ideal para definir. Era  el momento ideal para dejar mi marca", afirmó. 

Los testimonios de los goleadores mundialistas, recogidos por el  fotógrafo sudafricano Michael Donald durante nueve meses, inspiraron  además el proyecto de realización de una serie de películas que serán  exhibidas en el futuro por el canal ESPN. 

La lista de protagonistas del programa aumentará mañana, para  incluir los goles anotados en la final del Mundial de Sudáfrica entre  España y Holanda, que revelará los nuevos miembros de un club tan  exclusivo que no tiene entre sus socios a grandes nombres del  fútbol mundial como Diego Maradona, Johan Cruyff ni Franz  Beckenbauer.

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