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La emoción, para el Sancho Dávila

  • Los puertorrealeños empatan sin goles en una ida en la que no brilla el juego pero en la que ambos ofrecen intensidad

Una eliminatoria de fase de ascenso a Segunda División B, una categoría que es el infierno para unos y la gloria para otros, da para muchas teorías. Una de ellas es que si en el partido de ida, como el que jugaron ayer Murcia B y Puerto Real en Molina de Segura, no hay goles, la vuelta podrá dar cobijo con certeza a al menos un tanto: aunque sea en una tanda de penaltis. Este hecho camina con otro de la mano. Si no hay goles en la ida, sobrará la emoción en la vuelta.

Tanto Murcia B como Puerto Real dieron ayer muestras de sus serias intenciones de eliminar al rival, pero no fueron capaces de materializar en gol ninguna ocasión. Hubo pocas, pero lo suficientemente claras como para haber estrenado el marcador. Por ello, se jugarán el todo por el todo en la Villa.

Los locales fueron los primeros en meter el miedo en el cuerpo a su adversario, en una clara ocasión de Rafa Rivera antes de que se cumpliera el primer minuto. Fue una gota de agua en el oasis del deseo murciano, pues desde entonces el equipo de Cama despertó y se puso las pilas. Unió sus líneas con la batuta del orden, presionó a su rival más con la cabeza que con el corazón y comenzó a crear peligro. Un peligro que, aunque traducido esporádicamente a la otra área, nunca acabó por hacer daño a nadie.

La respuesta verdiblanca tuvo nombre propio: Dani Olsson. El centrocampista pegaba bocados en la medular, jugaba entre líneas, centraba al área, entraba por banda… fue la alegría en el juego de un Puerto Real empeñado en colgar balones a Miguel Ángel, que no tuvo su día. Hasta tres ocasiones claras de gol tuvo el ex cadista, peleado con el gol. Le salvó que no sólo se peleó con el gol, sino con toda la defensa rojilla. Corrió de un lado a otro y no dio un balón por perdido, pero no tuvo su día.

Mientras el Puerto Real respiraba, el Murcia B tosía. Una por aquí y otra por allá. Las internadas de Olsson y Rafa Caro, apenas acompañadas por Alexis, eran contrarrestadas con acciones peligrosas del local Juanjo. El pecado de los locales fue más la inocencia que la inexperiencia. Los rojillos demostraron tener una buena plantilla, aunque arriba echaron de menos a Aquino. Hasta en Tercera División hay jugadores determinantes.

Y aunque el Murcia B estuvo romo en ataque, no hay que quitar méritos al buen trabajo defensivo de los verdiblancos. Brilló sobre el resto el capitán, José Vicente. Pato tuvo que bregar a veces con el Sergio Ramos del equipo murciano, un Ramírez que tiene hechuras para llegar muy lejos en el mundo del fútbol. Bocardo estuvo ahí cuando le necesitó su equipo y Olsson lo intentaba a balón parado. Sin éxito. No se hará un 'grandes éxitos' del Sánchez Cánovas de Molina de Segura. Justo antes del descanso, Rafa Caro tuvo en sus botas un gol psicológico, pero, como al final, se llegó al descanso sin goles.

La segunda mitad fue casi un calco de la primera, aunque tal vez el Murcia B estuvo más cerca del gol que los de Antonio Cama. Incoherentemente, los murcianos parecían dar por bueno el empate sin goles. Un empate sin goles que defendían con uñas y dientes los dos Lolos en el centro del campo.

Se llegó al último minuto con una ocasión de los locales. Ahí se demostró que el 0-0 tenía una firma. Una falta peligrosa a favor del conjunto local y hasta cuatro jugadores rojillos cubriendo la meta de Alberto. Quien no arriesga, no triunfa. Quien no marca, no gana.

Mucho antes de eso, Miguel Ángel se había quedado solo ante la portería tras un fallo garrafal del Murcia B, que respondió al instante. Y respondió y respondió. Con balones colgados que murieron, colgados, en el área verdiblanca o en las manos de Bocardo, experto como el que más.

Ahí empezó el carrusel de cambios y de todos los que entraron al campo fue el argentino del Murcia B Bianchi quien creó más peligro. Peligro sin daño. José Vicente tuvo la última para el Puerto Real antes de que el Murcia B lanzara una falta sin intención de marcar.

No hubo goles en Murcia, en Molina de Segura… habrá emoción en Puerto Real.

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