BALONCESTO

Una durísima dosis de realismo

  • España se estrella contra la exuberancia física y el mayor acierto de Estados Unidos · La derrota más dura en años

24 años atrás, en Los Ángeles, Aíto García Reneses, entonces espectador en el Forum de Inglewood, se acercó a Antonio Díaz-Miguel y, tras observar un par de partidos y entrenamientos del equipo estadounidense, le espetó: "Contra éstos no hay nada que hacer". Éstos eran Michael Jordan, Pat Ewing o Chris Mullin, un mágico equipo de jugadores aún universitarios. España perdió en la primera fase (101-68) y después en la final (96-65). No hubo decepción, se veía a Estados Unidos en otra galaxia y España ganó una medalla de plata que cambió el rumbo del baloncesto patrio.

Probablemente, Aíto experimentó ayer en el banquillo la misma sensación de la que avisó a Díaz-Miguel, entonces seleccionador, 24 años atrás. "Contra estos no hay nada que hacer", fue, más o menos, la reflexión de todo aquel que presenciara el imperial desfile norteamericano en el Wukesong Arena (82-119). En juego estaba la primera plaza del Grupo B, un privilegio que apenas permitía elegir entre Croacia o Australia en el cruce de cuartos de final. Eso, en sentido práctico. Sobre el parqué había mucho más, el irrefenable ansia de la selección de los Estados Unidos por recuperar un trono que no le pertenece desde hace ocho años, cuando ganó en Sidney.

No ganaron ninguna medalla ayer, pero sí amedrentaron en grado sumo al principal rival que oposita con él en la carrera por el oro olímpico, España. Moralmente, un destrozo importante. La derrota era lo normal, no se preveía tal descalabro, por más que Aíto, cuentan los que le conocen, se resevara arsenal pesado. Una España timorata, superada por el exuberante poderío físico de los Estados Unidos, ayer conjugado con un excelso acierto desde el triple (12/25), encajó su más dura derrota en muchos años. 37 puntos abajo.

Perdió ante los norteamericanos por más tantos de lo que lo hicieron China (31), Grecia (23) o Angola (21). Un ejercicio de impotencia que duró desde mediados del primer cuarto. La última igualdad (11-11, tras canasta de Calderón) precedió al despegue norteamericano. Ya se rompía el partido en el minuto 8 (16-29).

Desde ahí, festival yankee, diluvio de mates de todos los colores, como contra todos los rivales a los que se ha medido en la preparación o ya en el torneo olímpico. Tampoco España, la principal aspirante del resto del mundo, pudo hacer frente al Redeem Team, el equipo de la redención. De nada valió que medio bloque español haya jugado o vaya a jugar en la NBA. Parecieron los de Aíto acomplejados, ciertamente superados por la jungla de oscuros, veloces e interminables brazos que se encontraron enfrente (28 pérdidas de balón). Como una Angola cualquiera, no con la solvencia que se le presupone a un campeón del mundo. Pau Gasol fue el objetivo manifiesto de la defensa norteamericana. Padeció múltiples 2 contra 1 de los que sólo se liberó cuando el partido entró ya en el terreno de la pachanga. La diferencia a favor de los norteamericanos, con ocho jugadores por encima de la decena en la anotación, se estabilizó por encima de los 15 puntos antes del descanso (45-61), arriba de los 20 (63-87) en el tercer cuarto y más allá de los 30 (82-119) en el acto final. España perdió todos los cuartos por una diferencia mínima de siete puntos y una máxima de 14. En ningún momento supo adaptarse al ritmo rival. Los triples se sumaron al continuo martilleo de contragolpes sin oposición con los que Kobe, LeBron y Wade marcan la diferencia. Un animoso Felipe (19 puntos y 8 rebotes en apenas 20 minutos) fue la mejor baza española. Es de valorar, pero no parece buena señal. No es de los primeros en el escalón jerárquico.

Después del duro baño de realismo, de la súbita bajada a la tierra, Aíto tiene tarea por delante. Comprobó que hay jugadores estelares que no dan todavía, a sólo una semana de la final olímpica, el nivel, léase Navarro, Calderón, Garbajosa o Raúl López. Y apenas hay un partido más, otro trámite mañana ante Angola, para finalizar el rodaje. Puede valer el varapalo para focalizar el objetivo y olvidarse de los Estados Unidos hasta la hipotética final. La hoja de ruta esconde, salvo sorpresas, a Croacia y Lituania en el camino hasta el nuevo choque ante los estadounidenses. Vistas las sensaciones ofrecidas ante China y Alemania, conviene centrarse en lo más inminente y aparcar el sueño dorado hasta mejor ocasión, al menos hasta el próximo domingo. Para comprobar entonces si contra estos tíos hay algo que hacer.

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