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Un delegado de lujo que pide tiempo para ver al mejor Conil

  • El ex entrenador Antonio Belmaño afirma que "el sufrimiento es igual como técnico que en mi puesto"

Antonio Belmaño es, a sus 69 años, una institución en el Conil, un hombre curtido en el fútbol que hace cuatro años dejó los banquillo para ejercer de delegado con los inquilinos de La Bodega. Sus primeros pasos como entrenador los dio en el Esperanza gracias a Manolo Sáez, pasando posteriormente a las secciones inferiores del Cádiz, donde dirigió al equipo juvenil y al Balón. En su dilatada trayectoria también entrenó a dos equipos de su tierra, el Pastora y el San Fernando, así como al propio Conil y al Barbate. Sus últimos escarceos como técnico los dio en el fútbol base para convertirse en delegado conileño hace cuatro años. Su experiencia en los banquillos le otorgan potestad para opinar sobre lo que le pasa al Conil en este inicio liguero. "Son varias cosas. La primera es que está pagando la novatada de ser nuevo en la categoría, aunque los altibajos en el juego se deben a que la plantilla debe aclimatarse aún. Han llegado nuevos fichajes y los jóvenes y veteranos todavía tienen que conjuntarse", explica Belmaño, que asegura que en lo único que se parecen las labores de delegado y de entrenador es en el sufrimiento: "El sufrimiento es igual como técnico que en mi puesto actual, aunque como entrenador participaba más directamente de todo lo que se cocía en el terreno de juego". Por último, Belmaño destacaba "la buena armonía" que existe con los demás clubes "cuando hay que visitar otros campos".

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