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El San Fernando vuelve a perder en casa (1-2)

  • El cuadro isleño no merece la derrota ante un Castellón más efectivo

Diori salta por encima de Biabiany en la disputa del balón.

Diori salta por encima de Biabiany en la disputa del balón. / A. Quintero

El fútbol no fue justo con el San Fernando. El equipo de Nacho Castro hizo méritos, de sobra, para, al menos, haber conseguido una igualada ante un Castellón que, sin duda alguna, estará al final de la temporada entre los mejores del grupo peleando su puesto por jugar los play offs.

A bote pronto, quizás la inoperancia del cuadro azulino privó al San Fernando de lograr una igualada e, incluso, de haber podido brindar la primera victoria de la temporada a sus seguidores. Pero a los isleños le falta pegada, porque aunque mejora, jornada tras jornadas, en el aspecto defensivo, el ponerse por detrás en el marcador lo penaliza demasiado y los despistes añadidos en momentos determinantes, lo suele matar.

Sin embargo, los de San Fernando mostraron, en muchos momentos del partido, un gran nivel. Dejaron patente que, tarde o temprano, le cogerán el pulso a la categoría. Lo que pasa es que el tiempo apremia y las prisas, los nervios, la impaciencia, son malas consejeras en este bendito deporte.

Con eso, el partido comenzó con un Castellón que ponía la línea defensiva en el centro del campo, con lo que invadía de lleno la parcela de color azul y blanco. Los de Nacho Castro eran conscientes del daño que les hace el encajar goles en los primeros minutos de juego y no se desestabilizaron. Es más rompían, casi con facilidad, la presión del equipo castellonense con pases al primer toque y balones en profundidad, que si bien encontraban destino en banda, no terminaban de encontrar rematador donde hace daño, en el corazón del área.

Esto traducía una primera parte con alternativas en el poder del partido y con un juego con mucho ritmo por parte de ambos conjuntos, los albinegros con su presión y su osadía, y los azulinos con todas las intenciones del mundo de que un buen servicio en largo le llegase a Biabiany, Juanmi Callejón o Francis Ferrón para desestabilizar lo planteado.

Pero no llegaba, ni una cosa, ni la otra. Eso sí, en ocasiones el que presionaba, robaba y salía era el cuadro de La Isla, pero siempre sin profundidad en sus acciones.

Ya a los dos minutos de juego, Biabiany avisó con un remate de cabeza a centro de Diounkou, pero en el 17’, era Borja el que avisaba desde lejos en un remate que salía fuera.

El partido, si no tenía claras ocasiones de gol, sí mostraba una intensidad y una vibración que contagiaba y las espadas, en este primer periodo quedaron en todo lo alto, aunque en el 29’, fue Salva Ruiz, el que obligó a Perales a realizar una gran intervención.

Tras el pertinente descanso, los isleños salieron convencidos de que tenía que llegar el tanto que, de una vez por todas, significase la primera victoria ante sus aficionados y lo pudo lograr Francis Ferrón a los pocos segundos de la reanudación, pero Campos blocó las intenciones del delantero algecireño.

Fue entonces cuando el partido entró en una fase anodina, esa que mostraba que no pasaba nada, solamente los minutos, y que comenzaba ha hacer mella del trabajo realizado en la primera mitad por ambos conjuntos.

Y en esto, salió a relucir la calidad de uno y otro equipo, con muchos más quilates en los de Castellón, que en el 61’ pudieron poner el partido de cara en un rechace a centro lateral que Perales quitó prácticamente de debajo de la portería a Mario Barco. Tres minutos después Juanmi Callejón lo intentó desde, casi, el centro del campo, y tres minutos después llegaría el tanto de Salva Ruiz, en un balón despejado en corto que se quedó a su pierna buena para cruzar el esférico lejos del alcance de Perales.

Todo estaba removido, como si alguien hubiese agitado la coctelera y si en el 70’ Manu Moreno lo intentó de falta directa y Campos desvió con la punta de los dedos, en el 74’ Dopi aprovechó, desde la frontal del área, un servicio de Francis Ferrón para realizar un disparo duro y seco que significó el empate y la algarabía.

Se vinieron arriba los isleños, que buscaron con ahínco el tanto de la remontada. Por eso, cuando Cubillas puso el uno a dos, fue como un jarro de agua fría que dejó helados a todos. Una serie de despistes y errores, terminaron con un balón dentro del área donde el delantero castellonense no perdonó y la clavó en la escuadra. Era la recompensa para unos y la desgracia para otros, que lo habían dejado todo en el terreno de juego.

Lo que dio continuidad al tanto visitante fue un quiero y no puedo, un creer en algo que nadie creía, pero que pudo ser realidad sin hubiese subido, en el descuento, un tanto de Cveticanin a servicio del siempre peligroso Biabiany que fue anulado por fuera de juego. Los de La Isla merecían ese gol, merecían la igualada, habían hecho méritos de sobra para al menos sumar un punto. Pero el fútbol fue injusto ayer en La Isla.

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