De los 23 campeones del mundo sólo tres se quedaron sin pisar el verde, los porteros Reina y Víctor Valdés y el lesionado Albiol. En la portería estaba claro que Casillas haría el pleno de minutos, al igual que dos de los miembros de la defensa titular: Capdevila, discutido antes del comienzo de la cita, y Piqué, coronado como uno de los mejores defensas del Mundial sino el mejor. Sergio Ramos y Puyol también jugaron los siete partidos aunque ambos fueron sustituidos en un encuentro y no disputaron los 660 minutos.

En el centro del campo la columna vertebral de Del Bosque estaba formada por Xabi Alonso, Sergio Busquets y Xavi, y esa fue la base del equipo a pesar de las críticas al doble pivote formado por el donostiarra y el hijo del que fuera portero del Barcelona. Estos tres jugadores también jugaron los siete partidos del Mundial, a los que se suma Iniesta, presente en 6 partidos, ya que las molestias que arrastraba le impidieron estar frente a Honduras.

En la delantera, luces y sombras. Villa y Torres jugaron ambos 7 partidos. Villa disfrutó del doble de minutos que Torres. Villa marcó cinco goles y Torres ninguno.

En cuanto al resto, Pedro y Jesús Navas tomaron el relevo de Silva y Cesc, aunque este último disfrutó de minutos en la final, cuajando una buena actuación.

Del Bosque, un hombre tranquilo

Cuando el 20 de mayo Del Bosque daba la lista de convocados, todo el mundo sabía cuál iba a ser el equipo titular y que pocas variantes habría en el mismo. Y así ha sido. Del Bosque no renunció al doble pivote a pesar de las críticas, mantuvo a Capdevila cuando se pedía la titularidad de Arbeloa, y no dudó cuando tuvo que mirar al banquillo, optando por dar la oportunidad a jugadores con poco bagaje internacional como Jesús Navas o Pedro, en lugar de otros más consagrados como Silva o Cesc Fábregas. Del Bosque, un hombre tranquilo que supo respetar el manual legado de Aragonés y además imprimir su sello personal.