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Nada cambia en el año nuevo

  • Un doblete de Güiza en un final de locos arregla un mal partido de los amarillos, que mantienen su racha ante un rival con un hombre menos durante 67 minutos.

Ortuño celebra el gol que marcó ayer, que en ese momento suponía el empate a uno, mientras es felicitado por Abdullah.

Ortuño celebra el gol que marcó ayer, que en ese momento suponía el empate a uno, mientras es felicitado por Abdullah. / lof

Álvaro García había manifestado su inquietud por el efecto que podía causar el parón navideño en el equipo. No le faltaba razón porque el Cádiz anduvo espeso en el Martínez Valero. Pese a todo, pese a las inseguridades, este equipo está tocado por una varita mágica hasta el extremo de que todo lo que toca lo convierte en oro puro. El conjunto gaditano se vio superado en la segunda parte por un Elche que se había quedado con diez jugadores en el minuto 23. Cuando parecía abocado a sumar un punto, que no estaba mal fuera de casa, exprimió al máximo un final de locos para llevarse los tres y acercarse un poco más a la permanencia. Y de paso, soñar con un reto más ambicioso porque el cuarto puesto no es casualidad. Todo lo contrario. Aunque parezca que se ha ido del partido, si por alguna cualidad destaca el Cádiz es por aprovechar al máximo sus ocasiones. Creó pocas, pero suficientes para marcar tres goles con los que mitigó su fragilidad defensiva. En un final no apto para cardíacos, se agigantó la figura de Dani Güiza, con un rol secundario esta temporada pero ayer con el papel de absoluto protagonista, autor de un doblete decisivo. El aplomo del jerezano resultó determinante. Dos veces se quedó solo delante del portero y las dos acertó con definiciones a la altura de su categoría. El Cádiz comenzó el año con la misma dinámica victoriosa con la que acabó 2016. El conjunto amarillo no firmó una actuación brillante pero sí efectiva. De hecho, no hubiese sido injusto que hubiese perdido ante un rival que mereció mucho más. Pero el fútbol premia al que acierta. Y en un partido que se volvió loco en la recta final el más atinado fue el equipo que está inmerso en una racha que no parece tener fin. La cuarta victoria consecutiva del Cádiz no sólo le mantiene en la cuarta posición sino que además empieza a abrir distancias en la tabla.

Álvaro Cervera no se salió de la línea continuista del año anterior y repitió el once con el que acabó 2016. Mantuvo a Nico Hidalgo en la banda derecha y a Rubén Cruz en tres cuartos. El resto, los habituales sin la presencia de José Mari.

El equipo local llevó la iniciativa desde el principio pero fue el visitante el primero en dar un serio aviso a los 3 minutos con una veloz internada por el centro de Álvaro García cortada en la frontal del área con un claro agarrón de Rober Correa que el árbitro interpretó como cartulina amarilla en lugar de la roja. La falta la lanzó Ortuño sin demasiada fortuna.

El guión quedó establecido como un calco de citas anteriores. Los gaditanos, agazapados en su territorio a la espera de la contra, como la que promovió de nuevo Álvaro García en el 7 con un servicio a Ortuño, que remató algo forzado con la bota derecha sin peligro para Juan Carlos.

Los amarillos no pasaban apuros hasta que en el minuto 14 se lo pusieron demasiado fácil a los franjiverdes. Hervías se escapó sin la oposición de ningún rival en la zona de tres cuartos, escorado a la derecha, y sirvió a Pelayo, quien recibió solo en el interior del área y avanzó sin que nadie le estorbara hasta soltar un derechazo que se coló por el palo corto, tapado de manera deficiente por Alberto Cifuentes. La pelota entró entre por una rendija entre el portero y el poste. Un gol como un regalo de Reyes fruto de una cadena de errores que cayó como un jarro de agua fría. Pero para regalos el de Rober Correa. El lateral derecho del Elche cometió un error de bulto al hacer una entrada a destiempo a Ortuño en el 23. Amarilla sin discusión, la segunda, y al vestuario por cartulina roja. Ni el afectado protestó la decisión, más justa imposible.

El cuadro gaditano disponía de 67 minutos para dar la vuelta al marcador y no tardó en restablecer la igualada. Con un jugador más y acuciado por la necesidad, se hizo con los mandos y acorraló al contrario hasta lograr el tanto del empate, obra de Alfredo Ortuño en el 29. Álvaro García sacó de esquina y el murciano, poderoso en su zona preferida, saltó más que los defensas y con un cabezazo contundente colocó el 1-1. Una vez más, la conexión perfecta entre el utrerano y el yeclano se tradujo en gol del artillero.

El partido se ponía de cara para los hombres e Cervera, con aparente control de la situación aunque el Elche trataba de revolverse con diez, arropado por su afición. Poco más dio de sí una primera parte que empezó mal pero terminó con unas esperanzadoras tablas. El Cádiz supo rectificar a tiempo y aprovechó su superioridad numérica para responder al tanto de Pelayo con otro de Ortuño.

El duelo quedaba pendiente de resolución en una segunda mitad que arrancaba con la sustitución de Eddy Silvestre por Garrido. Cervera, que siguió el choque desde la grada por sanción, no quiso exponer al medio a una posible expulsión y encomendó al almeriense labores de contención en la medular.

El Cádiz se lo tomó con tranquilidad, sin renunciar al principio básico del orden defensivo pero con apuros para atar a Hervías. Un zapatazo del atacante desde la frontal obligó a Cifuentes a estirarse para evitar el 2-1. Por momentos pareció que el que estaba en inferioridad eran los amarillos, a los que no sólo le costaba llegar arriba sino que además daba muestras de flaqueza en la retaguardia. De hecho, fue el Elche que estuvo a punto de adelantarse en un par de ocasiones. En el 57, Dorca disparó fuera con todo a su favor para marcar. En el 61, Cifuentes desvió un tiro colocado de Nino. Entonces ya estaba Güiza sobre el césped en un intento de dar un giro porque los alicantinos se habían crecido y empujaban en pos de la victoria.

El Cádiz también quería ganar, pero no estaba nada entonado. Afrontó la última media hora con tres delanteros aunque sin jerarquía en el centro del campo. El Elche fue el único que lo intentó de verdad. Llegó al área, lanzó de esquina, remató con insistencia. Y el equipo amarillo, a verlas venir sin saber a qué jugaba, a expensas de chispazos puntuales, como el provocado en el minuto 75 con un pase de la muerte servido por Álvaro García que se le quedó atrás a Güiza.

Cuando más feo era el escenario apareció por fin el Cádiz en ataque. En el 81, Abdullah se inventó un magistral servicio por el centro a Güiza, que no perdonó en el mano a mano con Juan Carlos, al que batió con un sutil toque nada más recibir el balón. Los tres puntos parecían asegurados pero cinco minutos después empató Armando de cabeza en una jugada extraña, con los dos centrales, Aridane y Sankaré, fuera del área.

El empata parecía inamovible pero Güiza se había guardado la última bala para aniquilar al rival. En el 88, el jerezano recibió un preciso pase de Álvaro García, un zaguero falló de forma estrepitosa y el internacional, de nuevo solo ante Juan Carlos, resolvió con sangre fría y con un disparo colocado elevó el 2-3 definitivo.

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