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Un árbitro de blanco

  • El papa Francisco ve en el fútbol un vehículo contra la discriminación y la violencia Messi y Buffon se comprometen a sumarse a la causa

El papa Francisco bendijo ayer a las selecciones de Italia y Argentina, Lionel Messi incluido. Pero aprovechó también su encuentro con el mejor futbolista del planeta en el Vaticano para unas palabras críticas sobre el mundo del deporte, que en su opinión se ha convertido en un gran negocio y debe esforzarse en erradicar la violencia y la discriminación.

En los años 90, la visita de Maradona a Juan Pablo II dejó insultos al Pontífice y críticas a los "techos de oro" del Vaticano. Pero ahora, los comentarios más serios se produjeron a la inversa, de boca del primer Pontífice latinoamericano y del más futbolero.

"El deporte es importante, pero debe ser verdadero deporte. El fútbol se ha convertido en un gran negocio. Trabajen para que no pierda su carácter deportivo", dijo Bergoglio durante la audiencia en la que participaron ambas selecciones, que hoy ofrecen un partido amistoso en honor al Pontífice.

En el encuentro, el Papa llenó de elogios al fútbol, calificándolo como un "don de Dios" y a los fubolistas como "artífices del entendimiento y de la paz social". Pero al mismo tiempo, les dejó claro que la gente se fija en ellos, lo que conlleva gran responsabilidad. "El bien que ustedes hacen es impresionante. Aunque no se den cuenta, para tantas personas son un modelo. Sean conscientes de esto y den ejemplo de lealtad, respeto y altruismo", dijo.

El Papa consideró también que, por mucho que se profesionalice y desarrolle el deporte, nunca debe perder su vocación inicial, que en su opinión contiene tres factores: "La belleza, la generosidad y la camaradería". En su opinión, si dichos elementos se dan "el estadio se enriquece humanamente, desaparece la violencia y vuelven a verse familias en las gradas".

Mientras sus predecesores animaban a las familias a ir juntas a misa, ayer el regreso de las familias a los partidos jugó un papel central, como símbolo contrapuesto a la violencia que se vive, por ejemplo, en los estadios de la Argentina natal del Papa.

Bergoglio recordó que de niño iba con su familia al Gasómetro, el estadio del San Lorenzo, del que es hincha. "Íbamos en familia. Volvíamos felices a casa", afirmó el Papa, después de que el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio Grondona, le pidiera que rezara para que los estadios argentinos "vuelvan a ser como eran cuando usted despertaba a sus primeras emociones de hincha. Sólo queremos vivir la fiesta en familia con respeto y hermandad".

Su contraparte italiano, Giancarlo Abete, se empeñó también en trabajar con un fútbol "sano y limpio" en el que no haya violencia y sí integración social y defensa de los valores éticos.

Como recuerdo de la visita, el Papa bendijo un olivo que quedará plantado en el Estadio Olímpico de Roma. Además, el Vaticano aprovechó para lanzar una nueva iniciativa en la que escuelas a nivel mundial cooperarán independientemente de su nacionalidad, credo o nivel económico.

"Es difícil cómo se vive hoy en día, la crisis que hay, las cosas que pasan, pero creo que esto es un buen comienzo para poder mejorar eso", dijo Messi en la presentación del proyecto junto al capitán italiano, Gianluigi Buffon, quien salió con un propósito claro: "Trataremos de cumplir las promesas que tantas veces hemos hecho y a menudo hemos incumplido".

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