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Dos años de gambeteos, lesiones y planes frustrados

  • El rendimiento global del argentino desde su llegada se debe considerar satisfactorio

El paso de Lucas Lobos por el club cadista se debe calificar como un periodo en el que el argentino ha dado muestras de ser un jugador diferente, de los que enganchan a una afición como la amarilla. Quizá en muchas ocasiones ha sido más efectista que efectivo, pero es ese tipo de futbolista imprevisible y genial del que se puede esperar cualquier cosa. En líneas generales, su rendimiento ha sido bueno.

Llegó en esta época del año en 2006 con la idea de ser el mediapunta que no había sido fichado en verano para el proyecto de Primera. Después de la imposibilidad de contar con el fichaje del paraguayo Dos Santos, el Cádiz se decantó por el escurridizo líder de Gimnasia y Esgrima de La Plata en el Apertura, donde quedó subcampeón. Los informes eran muy positivos por su calidad, aunque había ciertas dudas por su físico, el motivo por el que no había dado el salto a Europa previamente.

Las dudas quedaron resueltas con el paso de las semanas. Le costó lo suyo adaptarse al fútbol español por su tendencia natural a retener y conducir el balón en exceso. En cuanto comprendió que era más útil para el equipo que soltara la pelota con mayor velocidad, se terminó convirtiendo en la principal esperanza para escapar del descenso en aquella campaña. En las últimas jornadas mostró su mejor repertorio y anotó un golazo en el partido de Getafe, aunque no sirvió para mantener la categoría.

En ese verano llegaron las primeras ofertas por el mediapunta. Se dice que el Mallorca llegó a ofrecer algo más de cuatro millones, pero Muñoz se negó a aceptar la propuesta porque se había comprometido a no desprenderse de ninguno de sus mejores efectivos para conseguir el ascenso.

La pasada campaña estuvo marcada por las lesiones. No se puede decir que haya sido un jugador frágil a lo largo de su carrera, pero en la 2006-07 se perdió casi cuatro meses de competición por las lesiones que sufrió en los partidos contra el Tenerife. Esto impidió que llegara a coger el ritmo necesario para mostrar su nivel. Lo mejor lo ofreció en la pretemporada, con una actuación memorable en el Trofeo Carranza.

Este año iba de menos a más. Desde que Antonio Calderón lo ubicó por detrás del delantero estaba siendo más regular en su rendimiento y era un continuo quebradero de cabeza para las defensas contrarias. A veces era cargante con su juego, pero se le echará de menos.

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