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Un absoluto desastre

  • El conjunto amarillo vuelve a ofrecer una horrible imagen en casa, hace el ridículo y no pasa del empate sin goles ante un colista que reproduce las carencias de los hombres de Claudio

El Cádiz se esmera en su empeño de hacer el ridículo hasta límites insospechados. ¿Se puede hacer peor? El Cádiz prueba que sí con hechos irrefutables. Si jugó de manera lamentable ante el Real Murcia y frente al San Roque de Lepe coqueteó con el esperpento, ayer traspasó con creces la barrera de lo grotesco prisionero de la nadería. Dos míseros puntos de los últimos nueve en casa demuestran con precisión que este equipo no está fabricado para pelear no sólo por el ascenso, sino por el liderato del grupo IV. Si no ofrece ni un solo recurso para batir en casa al último clasificado, apaga y vámonos. No es tan grave el empate, que lo es por la pérdida de dos puntos, como las pésimas sensaciones dejadas sobre el césped por un equipo plano, sin ideas, sin luces para tirar a puerta en la segunda parte, cuando debía más atosigar a un rival que sufrió poco. El conjunto amarillo fue incapaz de hacerle un gol al colista, un Betis B endeble pero con suficiente desparpajo como para sacar los colores a un equipo sin el más mínimo argumento como para ganar aunque sea por la mínima.

Lo curioso es que, pese al batacazo que significa empatar en casa ante el último y hacer migas con la vulgaridad, el Cádiz durmió en un liderato efímero porque lo normal es que hoy pierda esa plaza e incluso salga de la zona noble.

Claudio Barragán apostó por el mismo el once que sacó en Linares, con Aridane en el centro de la defensa, Pavez de estreno de titularidad en casa y de nuevo Lolo Plá como mediapunta detrás de Dani Güiza.

El encuentro comenzó con un susto mayúsculo para la parroquia cadista. Sólo había pasado un minuto cuando el visitante Abeledo mandó el balón al poste en una falta lateral que centró, no tocó ningún jugador y a punto estuvo de convertirse en el 0-1 tras la pasividad de una defensa que se comió más de una jugada a balón parado en sucesivas acciones. Los béticos remataron una y otra vez los saques de esquina pero sin puntería para fortuna de los locales.

La clara oportunidad de los verdiblancos fue un serio aviso para un Cádiz que no tardó en buscar la portería contraria, sobre todo a través de Güiza. Eso sí, con el punto de mira extraviado en los pases. Los jugadores buscaron una y otra vez al jerezano, muy activo aunque sin llegar a disponer de un balón en condiciones óptimas para buscar el gol que tanto se le resiste en los últimos tiempos.

Pronto se vio quedó de manifiesto que las buenas maneras de los canteranos del Betis contrastaban con su fragilidad defensiva. En el 6, Lolo Plá no pudo culminar con éxito un buen centro de Güiza y en el 15, Aridane, solo en boca de gol en una acción de estrategia, enviaba el esférico alto cuando lo fácil era marcar. Los anfitriones dominaban pero sin llegar a asustar a un rival que se fue creciendo al comprobar que el equipo amarillo no es tan fiero como lo pintan.

El tiempo corría favor del conjunto sevillano ante un cuadro local que no daba con la tecla para abrir la lata. En el 24, un latigazo lejano de Lolo Plá se topó con un paradón de Pedro. Poco más ofreció un dubitativo Cádiz en la primera parte además de una clarísima ocasión en el minuto 39. Álvaro García se plantó solo delante de Pedro tras un generoso servicio de Güiza, aunque su zurdazo lo sacó el cancerbero para evitar un 1-0 al descanso que hubiera sido engañoso. En el primer acto no se apreciaron diferencias entre el segundo clasificado y el colista. El segundo no fue capaz de sacar a relucir las carencias de un equipo que sólo había sumado 5 puntos de los 33 ya disputados. Es más, si alguno ofreció malas sensaciones fue el equipo gaditano, una vez más bloqueado en labores de creativas y con serias dificultades en la defensa de las jugadas de estrategia. El último de la tabla no sólo tuteó al Cádiz en el estadio Carranza, además se permitió el lujo de meter más balones al área que los locales. Lógico, por tanto, que la afición despidiera a los amarillos con una sonora pitada en señal de desaprobación.

Claudio dejó a Lolo Plá en el vestuario en el descanso y dio entrada a Wilson Cuero en la reanudación. El técnico apostó por la explosividad del colombiano.

El cambio no surtió el más mínimo efecto. De hecho, el segundo tiempo fue un auténtico despropósito. El partido cambió pero a peor. El Cádiz no enteraba de nada. El mejor fue un defensa, Aridane, seguro en el corte. En ataque emergió la precipitación hasta el extremo de no generar peligro y el único asidero fue el balón parado. El entrenador se jugó la última carta ofensiva con la entrada de Fran Machado por un desdibujado Salvi con media hora por delante en la que los hombres de Claudio se volcaron a la desesperada. Para nada, porque se perdió en una. La actuación de los amarillos caminaba de manera inexorable hacia el ridículo mientras que el técnico, ya sin hombres de corte ofensivo en el banquillo, tiraba del lateral izquierdo Andrés Sánchez -sustituto de Álvaro García- como recurso final. El Cádiz necesitaba el gol con urgencia pero enfilaba la recta final del partido con cinco defensas, sin extremos, sin su máximo anotador, aunque el murciano se colocaba de extremo por delante de Pavez.

Los locales, negados, eran incapaces de crear una sola ocasión pese al constante asedio al que sometió a un adversario crecido ante tanta inutilidad. Un centro de Fran Machado despejado por un defensa cuando Güiza estaba en boca de gol (minuto 81) fue lo más destacado de la segunda parte. Y poco más. Algún centro peligroso en el último sprint que no condujo a nada. Un intento de chilena de Cuero sin incidencia y un lanzamiento lejano de Rayco que obligó a estirarse a Alberto Cifuentes para evitar una derrota que hubiera sido el colmo de la vergüenza.

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