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Amistosos de pretemporada

Zarpazo para los más entusiastas (1-0)

  • El Sanluqueño doblega con un postrero gol de Romerito a un Zaragoza que decepciona en El Palmar

El Atlético Sanluqueño abrió anoche de forma oficial la pretemporada con una más que merecida y prestigiosa victoria por la mínima ante el Zaragoza, un Primera que, eso sí, decepcionó a su paso por El Palmar en la misma medida que el cuadro local mostró una imagen que invita al optimismo.

El escepticismo de la afición por lo acontecido en las últimas semanas después del histórico ascenso a Segunda B, con la polémica envolviendo la marcha de Pepe Carrete y la llegada de Pedro Buenaventura como nuevo entrenador, se tornó pronto en entusiasmo por el espíritu y el derroche de los verdiblancos, que evidenciaron el espíritu que les llevó a lo máximo la pasada temporada.

En efecto, el Sanluqueño cuajó un muy buen partido, hipermotivado, y pese a que con su mejor once completó una discreta primera mitad, maniató a su rival y apenas pasó apuros. De hecho, sólo Aranda tuvo una ocasión clara para marcar, mientras que la mejor opción del Atleti la firmó Mota en un pase que sobrepasó a Roberto y no encontró rematador.

Tras el descanso, con un equipo completamente nuevo, a priori incluso más débil, el Sanluqueño ofreció sus mejores minutos. Salvi, una de las adquisiciones para esta campaña, se ganó a la hinchada con el desborde y sus internadas por la derecha, mientras que Romerito y Portela tiraron de veteranía para sostener al bloque cuando peor pintaban las cosas.

Lo cierto, no obstante, es que el Zaragoza tampoco inquietó como para sentir un especial temor. El cuadro maño abusó de la posesión del balón, con mucho juego del centro del campo, pero careció de profundidad. En suma, el nombre y el palmarés del adversario infundían más respeto que su despliegue futbolístico.

Y cuando el encuentro entraba en su recta final, una falta botada por Salvi, que le metió rosca, hizo que el balón se alejara del portero y acabara en el fondo de la red tras el remate de Romerito. El posterior júbilo local dio paso a la agónica búsqueda del empate con balones bombeados del Zaragoza, sin tiempo ya para evitar el enfado final de Manolo Jiménez.

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