El equipo estadounidense comenzó la 41ª edición de la Ryder Cup, el torneo bienal entre Estados Unidos y Europa que se disputa esta semana en Hazeltine National Golf Club de Minnesota, ganando los cuatro partidos de foursomes (golpes alternos).

El equipo estadounidense comenzó con fuerza su intento de recuperar la Ryder Cup y dominó la sesión matinal con contundencia tras arrasar ante una Europa errática y lejos de su nivel.

El inicio de la competición no fue el esperado para el bando de los de Darren Clarke, que vio cómo sus ocho jugadores no rayaron como se esperaba, mientras que los de Davis Love III dieron pocas concesiones, sobre todo en los greenes donde fueron demoledores.

Los anfitriones ganaron con mucha solvencia y sin demasiada presión tres de los cuatro partidos, entre ellos el que participó Sergio García junto a Martin Kaymer, que se vinieron abajo en el tramo final como les sucedió a Rory McIlroy, uno de los que mejor jugó, y a Andy Sullivan, que al menos aguantaron hasta el 18.

El castellonense, al que le faltó algo de suerte con el putt, y el germano, poco acertado y con errores importantes, fueron uno arriba hasta el hoyo 12, momento en el que Jimmy Clarke y Zach Johnson les igualaron para encadenar, a base de birdies, una serie de cinco hoyos consecutivos para ganar por 4 y 2.

Por su parte, McIlroy trató de mantener con su juego al rookie Sullivan ante Phil Mickelson y Rickie Fowler. El norirlandés y el inglés llegaron a ponerse dos arriba antes de perder tres consecutivos y estar uno abajo, pero el ex número uno del mundo apretó para recuperar la ventaja de dos hoyos con cuatro por jugar. Entonces llegaron los errores y los americanos no lo desaprovecharon para ganar el 15, el 16 y el 17, y asegurar el 4-0 en el 18.

Antes de estos dos partidos, se produjeron las claras derrotas de Henrik Stenson y Justin Rose y, sobre todo, de Lee Westwood y Thomas Pieters, frente a Jordan Spirth y Patrick Reed, y Dustin Johnson y Matt Kuchar, respectivamente.

El capitán europeo había apostado fuerte por el sueco y el inglés, invictos hace dos años en Gleneagles, pero se toparon con otro dúo de demasiado nivel.