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Toque de atención para el juego de toque

  • La cita en El Ejido desvela que no siempre se puede optar por el mismo estilo y que la actitud es lo primero

Un estilo de juego lo hacen los futbolistas y un escenario. En El Ejido, los jugadores del Cádiz y el terreno de juego no estuvieron a la altura de las circunstancias. El conjunto amarillo se ahogó en un juego de toque que era imposible sobre un patatal y los protagonistas de la eliminación no supieron aportar la actitud necesaria a un duelo que se ganaba por rabia, intensidad y vergüenza deportiva por encima de conceptos futbolísticos.

Antes del inicio el Cádiz partía con la ventaja de tener más calidad, ser favorito y encontrarse más fuerte en el aspecto físico, ya que el Poli Ejido formó su plantilla a las puertas del debut liguero. Pero estos datos no valen en el fútbol ni se gana con la teoría. El equipo almeriense estaba peor de fuerzas y en formación en cuanto a estilo de juego, pero por encima de todo tuvo fe en lo que hacía y desde el inicio se percató de que debía ganar a los puntos porque no había argumentos sólidos para golpear al Cádiz a las primeras de cambio.

La defensa del equipo de Risto Vidakovic pasó pocos apuros, siendo un grato 'descubrimiento' José Serrano y una realidad que Pecci es un lateral derecho serio.

Por delante, en la medular, el patatal incomodó en demasía a Lolo Armario y José Miguel Caballero, pero lo peor es que este último alternó acciones en las que fue protagonista con largos periodos desaparecidos. Echaron en falta la experiencia de verdad de López Silva y Pachón -ausentes por culpa de su mala forma- para sentirse arropados, así como un mayor acierto de Moke, que con poco espacio y teniendo que conducir el balón mostró sus carencias.

En la delantera, Pachón no estuvo a la altura porque, además de no tener gol, necesita aportar otros conceptos como arrastrar de rivales o abrir huecos para crear pasillos para aquellos jugadores que son más rápidos.

El debutante David González se perdió en una posición un poco retrasada para él; Aarón no tuvo forma de mezclar verticalidad con velocidad sobre un terreno pésimo; y Hugo García sigue pasando desapercibido a pesar de que en Santo Domingo fue el que menos jugó.

Hay un Cádiz que gusta y, por el momento, funciona curiosamente en campos mejores que el del miércoles. Pero el otro Cádiz, el que en Liga tendrá que volver a El Ejido justo dentro de un mes, y el que jugará en Jumilla, Lucena, Lepe e incluso Écija, debe saber ponerse el mono de trabajo, adaptarse a nadar con poco espacio, a pisar en falso y a ser por completo un equipo de Segunda B.

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