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La Tacita se viste de color rojo para celebrar el título

  • La Plaza de Mina reunió a más de 1.000 aficionados durante el partido · El fin de fiesta tuvo lugar en las Puertas de Tierra

La Caleta anticipaba desde tempranas horas lo que sería la fiesta más importante que ha vivido nunca el fútbol español. Niños vestidos con la camiseta, abuelas con los colores de 'La Roja' pintados en las mejillas y barcas que ondeaban la bandera de la selección.

Una hora antes del comienzo del partido la Plaza de Mina ya había congregado a medio millar de aficionados en torno a una pantalla externa por cortesía del Mina Five. Algunos incluso habían despreciado la siesta veraniega por conseguir un buen sitio para no perderse ni un instante del encuentro. Los bares del centro de la ciudad rebosaban de gente que animaba con el "campeones, campeones" que 120 minutos después se convertiría en realidad.

Entre el rojo uniforme que cubría la plaza, tan solo dos osadas holandesas que no se quisieron perder la esperada cita también para la 'Oranje', aunque poco pudieron celebrar.

Más de mil aficionados entonaron el himno de la selección española al comienzo del partido, voces que momentos después gritaban desesperadas con la pésima actuación arbitral y el juego sucio que estaban practicando los holandeses. Los minutos pasaban y las caras empezaban a mostrar el agobio porque el gol no llegaba, hasta el minuto 116. Un instante que será recordado para siempre. El futbol premiaba por fin a una España que tuvo que sufrir mucho para entrar en la historia del futbol mundial. Saltos, gritos de alegría y abrazos entre desconocidos pintaron la estampa de la felicidad que inundó la Tacita en este domingo tan largo.

Tras el pitido final las calles de Cádiz se convirtieron en riadas de aficionados corriendo en distintas direcciones para celebrar la victoria. Las Puertas de Tierra volvieron a ser el centro neurálgico de las celebraciones de los gaditanos, que iban llegando en masa desde todos los puntos de la ciudad. En las inmediaciones se escuchaban las bocinas de los coches, que se entremezclaron con los cánticos de la afición. En pocos instantes la fuente de la Plaza de la Constitución fue tomada por la marea roja, que hizo volar balones y chanclas por doquier y que incluso trató de parar el tráfico bajo los arcos.

Pocos han podido dormir esta noche en Cádiz, tal vez la más larga del año, algo que pasa a un segundo plano cuando la ciudad entera se une en torno a un equipo, una bandera, un sentimiento que hizo vibrar a todo un país.

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