San fernando | calahorra · la crónica

Sufrimiento con recompensa

  • El San Fernando hace historia y pasa por primera vez a la final de los 'play-offs' · Los calagurritanos marcan en el minuto 48 y ponen el corazón en un puño a los 6.000 aficionados que acuden a la cita

El San Fernando hizo ayer historia. Por primera vez, desde que se decidiese que el ascenso de categoría se disputase por play-offs, los isleños jugarán la final de éstos y, a pesar de perder ayer en el Bahía Sur ante el Calahorra, la ciudad vibró con el equipo y la fiesta que se montó al finalizar el partido fue de las que hacen época, de las que siempre se recordarán y, sobre todo de las que hermanan a un equipo con una afición.

El San Fernando pasó, pero sufrió de lo lindo, se encontró un equipo rocoso, bien plantado y con unas ganas tremendas, pero las eliminatorias tienen 180 minutos y los isleños ya habían hecho, prácticamente, sus deberes hace siete días a domicilio. Ahora era cuestión de terminar de sacar la nota necesaria y esta costó sangre, sudor, y, por poco, lágrimas.

El Calahorra dejó, desde el inicio del encuentro claras sus intenciones. Los riojanos llegaron a La Isla con el firme propósito de dar la campanada y, además, se encontraron con un equipo que les proporcionó, casi sin querer, el dominio del balón y todo el terreno de juego del mundo.

Los de Iriondo, muy mermados, aguardaban agazapados en su parcela, a la espera de dar la estocada definitiva y, si el dominio correspondía al equipo foráneo, los latigazos eran única y exclusivamente azulinos.

Así ocurrió durante el primer cuarto de hora de juego, momento en el que Puli mostró sus credenciales al rematar un centro de Javi Casares en una contra magníficamente llevada por el equipo de Iriondo. Su remate rozó la escuadra y encendió unas gradas a la que cualquier chispa le servía para arder.

El carismático delantero isleño también fue protagonista de la segunda gran jugada azulina ya que un pase de cabeza a Sergio Berro dejaba a éste en solitario ante Moisés. El sevillano no encontraba los tres palos y su disparo salía demasiado cruzado. El panorama invitaba a pensar en que no habría muchos problemas para buscar a Amurrio que, por aquellos entonces, se había deshecho del Lalín con sorpresa y así finalizaba la primera mitad.

La segunda fue frenética, definitiva, intensa y apasionante. El Calahorra ponía muda las gradas del Bahía Sur con el gol de Héctor, tras fallos consecutivos de Sergio Bustos y Galera y se temía que la historia se repitiese, esa historia con nombres de Don Benito, Motril y Conquense.

Pero los de Iriondo son jabatos, luchan contra las adversidades y se entregan de una manera enrrabietada.

La reacción llevó el calor a las gradas e Iván Guerrero se sacó dos disparos que tuvieron a Moisés y el palo, respectivamente, como respuesta.

A raíz de ese momento, cada ataque visitante era un nudo en las gargantas de aficionados y seguidores locales, y cada contragolpe de los isleños rompía con un clamor atronador.

La figura de Javi Casares, que nadaba como pez en el agua en estos ambientes, relució, aunque los de La Rioja dejaban claro que en jugadores como Kike Moreno o Héctor, podían dejar en la cuneta el sueño de una entregada afición.

Los minutos fueron pasando como losas y ésto, unido a los más de ocho que concedió el colegiado hacían que el enfrentamiento fuese un gran sufrimiento para todos los presentes, pero bendito sufrimiento.

La fiesta, lo que se formó después de terminar el choque en el césped fue apoteósica. Los de Iriondo siguen haciendo historia, han finalizado la temporada regular en primer lugar y, han vuelto a oxigenar a una afición que, si ayer fue reina, dentro de catorce días será soberana, en el partido definitivo.

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