Submarino amarillo

¡Suerte a la vista!

  • Desde que la entidad cadista firmó el convenio con Pablo Grosso, que sueña con montar un restaurante de lujo en el Ramón de Carranza, el equipo gaditano sólo ha logrado victorias

Cádiz es de comer. Correr es de cobardes. El Cádiz comió de lujo con Espárrago, y ahora va de nuevo a por el turrón. Lobos, qué gran turrón era, se ha transformado en tigretón, por mor del vil parné. Muñoz no quería, porque es un hombre muy espiritual, pero al final Lobos vestirá de amarillo tigretón y santas pascuas. Tampoco era Mágico. Eso sí, Muñoz puso cara de funeral, la muerte tenía el precio de dos kilos de euros, y volvió a hablar padentro. Cuando el dueño del Submarino habla padentro, peligro. Si los llorones lamentan la pérdida del argentino, hasta luego Lucas, miren el ejemplo de Torres, del Atlético al Liverpool, de la torresdependencia a una nueva vida para ambas partes. Así que mejor no comerse el coco. Tranquilidad, buenos alimentos y un poco de fortuna para el año entrante. Y algún caprichito andaluz, un fichaje pa demostrar que se quiere y se puede. Que suene el himno de Manolito Santander, que digan adiós a fanatismos y papanatismos ilustrados, que ya está aquí el Carnaval y el Cádiz no saldrá de Andalucía hasta el 10 de febrero, con la fresquita, a Salamanca. Antes, almuerzo en casa y un par de visitas regionales. Ya está aquí el Ave, a ver si convidamos. Hambre de gol y de sol.

Desde que el Cádiz suscribió un convenio de colaboración con Pablo Grosso, dos victorias consecutivas. "Con la suerte que tengo, espero que sigan las cosas así y lleguemos lejos", apunta el emprendedor gaditano, que se ha hecho con la exclusividad del servicio de restauración del Submarino. Capaz de montar un chinito japonés o un checoslovaco en pleno corazón de la Bahía, el joven y astuto empresario de hostelería, que ha establecido un sello propio y crecido como nadie en apenas unos años, dará de comer al Cádiz de aquí en adelante. "Nos hemos propuesto respaldar al Cádiz en su nuevo proyecto, una vez que Muñoz ha vuelto a apostar por la colaboración con empresas gaditanas", subraya Grosso, que desembarca con su restaurante ambulante tras el agrio sabor de boca dejado por Baldasano. Nadie duda el regalito que traerán los Reyes Magos a Baldasano. Carbón. Grosso, por cierto, encarnará a Melchor en Cádiz, en un año tan redondo para él, pues además de convertir en oro todo lo que cocina acaba de tener su primera niña y para colmo ejercerá de monarca de la ilusión. Una buena racha que el Cádiz pretende emular a la voz de ya.

El contrato del Grupo Grosso con el Cádiz contempla la puesta en marcha del servicio de restauración para atender a directivos locales y visitantes, montar las comidas o cenas de hermanamiento con otros equipos y de convivencia con los jugadores de la plantilla, estar presente en ruedas de prensa y eventos públicos y poner a disposición del Submarino la infraestructura y experiencia del ya famoso servicio del empresario gaditano, el Katerin Hepburn, que en breve podrá degustarse en los palcos del remodelado estadio Ramón de Carranza. A medio plazo, Pablo Grosso sueña con dirigir un restaurante de categoría en el recinto deportivo, "para que se pueda cenar viendo el partido", como ya ocurre en estadios de primer orden en el mundo del balón. La idea no se antoja descabellada, todo lo contrario. Grosso se extraña de que hasta ahora no se haya montado un servicio de restauración en los palcos, al menos de comida ligera, sandwiches, avellanas, etcétera. Será su primer paso, amén de dar rienda suelta al cattering en los descansos de los encuentros.

A cambio de publicidad en el estadio y en casi todos los acontecimientos en los que participe el Cádiz, Grosso pondrá el acento en la calidad. "Será una buena publicidad, pues nuestros clientes son de Cádiz, en más del ochenta por ciento, y el estadio se llena todas las jornadas". Y Cádiz es de comer, Pablo, no lo olvidemos. "Y hay que apostar por las cosas de Cádiz", reitera.

A salto de mata, entre su cuartel general de Puerto Real y sus centros de hostelería de la Bahía, Grosso tiene tiempo para desear lo mejor al Cádiz y a Cádiz en los próximos meses. Pablo confiesa sin apuro que no es fanático del fútbol, entre otras cosas porque los domingos, para un reconocido hostelero como él, están hechos para trabajar. Y de veras que se lo currela. Un tipo con suerte y con muchas horas de preparación y ejecución. La suerte está servida. Para empezar el año, el Málaga, un regalito de Reyes que evoca grandes gestas y alguna fatiguita. Con Grosso, a la tercera, la tercera vencida.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios