BALONCESTO

Sudor con baño en plata

  • España se asegura la medalla tras un titánico triunfo ante Lituania · Estados Unidos, rival como en la final de 1984

La mejor generación del baloncesto español no podía continuar con esa mancha en su ejemplar expediente. La mística de una medalla olímpica resulta inigualable, también en el universo de la canasta. Las lágrimas que derramaba Pau Gasol al final del partido eran similares a las de Saitama, hace dos años. Sí, hay ya metal, adiós el estigma de Atenas, el broche a un trienio mágico (oro mundial, plata europea). No hay borrón ya, sino más lustre para este bloque de elegidos que tiene ante sí el reto hercúleo de dorar esa plata ya asegurada tras un desbordante triunfo ante una Lituania (91-86) indomable que negó la derrota hasta los últimos segundos del encuentro.

Lituania, ese pequeño país báltico donde el baloncesto alcanza cotas casi religiosas, sabe en qué consisten las semifinales olímpicas. Ha jugado las cinco últimas, desde que en Barcelona 92 estrenara independencia. Siempre perdió el penúltimo partido, también ayer. Sabonis y sus hijos amasan tres bronces. Es lo máximo a lo que pueden aspirar otra vez.

Lituania fue la Yugoslavia de Los Ángeles 84, donde la explosióndel baloncesto español. Si entonces fueron un imberbe Drazen Petrovic y Drazen Dalipagic quienes cayeron, ayer fueron el orgulloso Jasikevicius y sus escuderos Jasaitis y Javtokas, como azotes inesperados, quienes honraron el triunfo español. Ganó el equipo de Pau Gasol, venció el bloque del soberbio Carlos Jiménez, probablemente en el mejor partido de su carrera a sus 32 años. También el del guerrero Felipe Reyes, imposible hacer más en menos tiempo. O del centelleante Rudy, con un par de aguijones cuando el balón más quemaba.

Ganó España, en fin, un partido jugado a cara de perro, como demandaba el evento. En un margen de 14 puntos (ocho de máxima renta a favor de España, seis para los lituanos) se movió un choque en el que los entrenadores no se reservaron nada. Butautas redujo a ocho hombres su rotación e hizo acopio de toda su fuerza bruta en la pintura (Javtokas y Petravicius, básicamente) para golpear a Pau Gasol. Aíto debió prescindir en el día D de Calderón, quizá el mejor antídoto para Jasikevicius, que ayer abusó de Raúl López, un agujero negro atrás, y en menor medida de Ricky, que se las devolvió forzándole alguna pérdida. Ricky y Raúl cumplieron, aunque se echó de menos el físico del extremeño.

Dominó España con cierta solvencia hasta mediado el segundo cuarto (28-20). Gasol, Pau, resistía los envites lituanos y un dos más uno de Marc abrió el marcador. El tiempo muerto de Butautas cambió radicalmente el partido. España encalló y los bálticos acudieron a su proverbial muñeca para variar el panorama. Cinco triples consecutivos, tres de Jasaitis y dos de Ksistof Lavrinovic, obraron la metamorfosis (36-42). Llamativo lo de Jasaitis, que en Vitoria dio que hablar más fuera de la pista (algún lío de faldas y un accidente a altas horas de la madrugada) que dentro de ella. Ayer demostró que es jugador de verdad.

Los de Aíto continuaron a remolque durante todo el tercer cuarto, salvo un breve paréntesis después de un arreón de Felipe (55-54). La distancia de seguridad estaba en los cuatro puntos, justo el límite (62-66) en el que acabó el periodo tras un tres más uno de uno de los Lavrinovic (Ksistof, Darjus no jugó).

El último cuarto resultó sísmico. Pau Gasol se echaba el equipo a las espaldas para empatar (69-69). Justo después, Rudy selló un parcial de 8-0 que decantó casi definitivamente el encuentro, con España refugiada en una zona 2-3 que descompuso a los lituanos. Con los siete puntos de renta (81-74) adquiridos tras tiros libres del ayer monumental capitán Carlos Jiménez (7/7 desde los 4,60) la selección pudo respirar tranquila. Tres puntos y balón propio (84-81 y 89-86) fueron los mayores agobios. Otra vez Jiménez, a falta de cinco segundos, selló el duelo que permite pelear contra los Estados Unidos de Norteamérica por la medalla de oro. En 1984 se perdió por 99-65. En la primera fase en Pekín, por 37. ¿Y mañana?

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