Deportes

Segundo capítulo del vendaval

  • Ferrer aplasta a Gilles Simon en poco más de dos horas completando el pleno español en una primera jornada de absoluta superioridad.

En valenciano, Ferrer significa herrero, un hombre de hierro, un luchador inabordable. Ayer, David hizo honor a su apellido logrando un inapelable triunfo ante Gilles Simon (6-1, 6-4 y 6-1) en dos horas y ocho minutos de juego, sumando un punto que deja a España a las puertas de las semifinales. Fue tan sencillo que el resultado puede incluso llegar a quitarle mérito al enorme triunfo del jugador de Jávea, un tenista que sólo ha cometido un ligero error en su vida: coincidir en el tiempo con tres leyendas de este deporte. Porque Ferrer, que es el número cinco del mundo, sería una estrella de magnitud superior en cualquier otro momento si no hubiera tenido que competir con Federer, Nadal y Djokovic, tres gigantes capaces de ensombrecer a cualquier gran tenista al que le falte ese pequeño matiz que separa a los buenos de los excelentes. Pero con su talento y su capacidad de lucha, el alicantino tiene más que suficiente para ser uno de los valores seguros del circuito profesional y para pasar por encima de un habitual del Top 10 como Simon.

Y eso que parecía que todo iba a ser más sencillo. Ferrer saltó a la arcilla de Los Califas con las gradas desiertas, huérfanas de un público que apuraba sus bocadillos mientras comentaba la paliza de Nadal sobre Gasquet. Ese ambiente frío contrastaba con el sol que caía a plomo a las tres de la tarde, un escenario que se presagiaba titánico para un choque que el propio Ferrer ya había pronosticado como largo y duro. Incluso el inicio del primer juego, con un peligroso 0-30 sobre el servicio del español, hacía presagiar una batalla mucho más complicada de lo que resultó posteriormente.

Porque Ferrer se mostró muy sólido y profundo con su drive, suficiente para romper el servicio del galo y adelantarse con un 3-1 al tiempo que las gradas recuperaban un aspecto más normal. El español dominaba los peloteos con una derecha demoledora que dejaba a Simon sin respuesta, sin argumentos para contrarrestar el juego desde el fondo de la pista de un Ferrer que volvió a lograr un nuevo break para dejar el set encarrilado y visto para sentencia (6-1) en apenas 36 minutos de juego.

La segunda manga comenzó igual, con una nueva rotura de servicio por parte del levantino rematada para colmo con una doble falta del francés. Simon no era ni sombra de lo que se esperaba, un tenista rocoso y capaz de repetir el triunfo logrado sobre el propio Ferrer hace apenas dos semanas en el torneo de Cincinatti. El galo había encajado siete juegos consecutivos y amenazaba con irse del partido por la vía rápida, pero entonces logró un break que le permitió aferrarse a sus opciones.

En los precedentes previos entre ambos jugadores, el español dominaba por 2-1, con esa única derrota y dos triunfos sobre tierra batida, aunque éstos databan de 2007. Desde entonces no había referencias sobre tierra batida, por lo que había ciertas reservas a la hora de definir un pronóstico por mucho que Ferrer hubiera dominado el primer set.

Además, Simon entendió que con el juego conservador mostrado en el primer set no tenía nada que hacer. Intercambiando bolas iba a ser una presa fácil para Ferrer, así que el galo decidió soltar el brazo y que fuera lo que Dios quisiera. A base de puros palos, de derechas sin piedad buscando las líneas y arriesgando al máximo, el jugador francés fue ganando su servicio (incluyendo un 1-2, la única ventaja francesa en toda la jornada) manteniendo una igualdad que no había existido hasta entonces.

Con 3-3 se llegó al juego definitivo, el más largo del partido y el que a la postre definió la suerte del encuentro. Las alternativas en el deuce fueron constantes, con ventajas para ambas partes en medio de durísimos intercambios de bolas. En uno de ellos, con una inverosímil volea de espaldas, Ferrer encendió definitivamente a un público que hasta entonces había asistido de manera un tanto contemplativa al paseo militar del equipo español. En una lucha a cara o cruz, la moneda acabó cayendo del lado del español, que logró una nueva rotura de servicio que parecía definitiva para la suerte de la manga, aunque con el 4-3 el choque entró en un carrusel de breaks que acabó con una nueva rotura del español (5-4).

Ahí Simon llegó a ponerse con un inquietante 15-40 sobre el servicio de Ferrer, pero la historia del partido ya estaba escrita. El alicantino reaccionó, forzó el deuce y alcanzó su primera bola de set. Cuando el público ya festejaba el 2-0, el árbitro bajó de su silla para corregir al juez de línea y obligar a Ferrer a hacer un esfuerzo extra, a manejar la presión en el último intento de Simon de aferrarse al encuentro. Pero en uno de los puntos más bellos y disputados del choque, el español controló los nervios para llevarse la segunda manga en una hora justa (6-4).

Y aunque aún faltaba sellar el trámite, el partido se había acabado. Con más de 30 grados, dos sets en contra y la sensación de la victoria era imposible, Gilles Simon ya no tenía ni tenis ni ganas de lanzarse a una batalla abierta a cinco mangas. Inferior en el intercambio de golpes, perdedor de la mayoría de juegos largos y demasiado fallón (47 errores no forzados en todo el partido) en los momentos clave, el jugador de Niza sólo resistió hasta el break que supuso el 2-1, y entonces desconectó. Ferrer mantuvo la velocidad de crucero y encadenó puntos irremisiblemente hasta certificar un rotundo 6-1 en apenas 32 minutos de juego.

Con un inapelable 2-0 en la eliminatoria, la grada de Los Califas estalló a los sones del Que Viva España de Manolo Escobar, la misma que los propios franceses utilizan para mofarse de España en sus cada vez más escasos triunfos ante nuestros deportistas. Pero en esta ocasión, la respetuosa afición gala desplazada a Córdoba calló y aplaudió ante la enorme superioridad de la Armada. Ferrer, que acabó el partido cojeando, saludó al respetable desde el tercio y se tumbó inmediatamente junto a su banquillo para ser atendido por el fisio en la única mala noticia de una tarde perfecta. En apenas cinco horas, España había ganado sus dos primeros puntos, humillando a Francia (¡sólo 10 juegos entre los dos partidos!) y dejando la clasificación para la final a expensas de un último punto que bien podría llegar esta misma tarde en el encuentro de dobles.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios