Un viejo conocido de la historia reciente del Cádiz vuelve a cruzarse en el camino de los amarillos para dar la bienvenida al año del centenario gaditano. Un Nástic de Tarragona que lució durante años la vitola de enemigo público número uno de los inquilinos del Ramón de Carranza desde que en la fase de ascenso de la temporada 2000/01 le birlase al Cádiz de Carlos Orúe el salto a la categoría de plata por un solo gol de diferencia. Quién no se acuerda del amigo Castillejo... Ha llovido bastante desde entonces, sobre todo las dos últimas semanas, pero a más de uno por estos lares no se le acaba de borrar de la cabeza ese triste capítulo.

Los caminos de Nástic y Cádiz, no obstante, no han sido tan diferentes desde entonces. Ambos saborearon las mieles de Primera, sucumbieron a las primeras de cambio a la elite y, de nuevo, se encuentran en el purgatorio de la Segunda División sin olvidar que los amarillos acaban de salir del infierno en el que se conocieron y que los tarraconenses no han vuelto a pisar .

A Cádiz llega el que para muchos es el auténtico decano del fútbol español. Su fundación data del año 1886, aunque en sus inicios la entidad no se dedicó en cuerpo y alma al fútbol y sí a otras disciplinas. No obstante, el Nástic nació, tal y como hoy día se le conoce, en 1914 y también camina hacia su centenario, a la vuelta de la esquina.

En lo meramente deportivo, el cuadro entrenado por César Ferrando encara el choque de esta tarde cómodamente instalado en la zona media de la clasificación (es octavo con 25 puntos) y luciendo el cartel de equipo peligroso a domicilio. Y es cierto, porque los escasos seis tantos que los granotas han logrado lejos del Nou Estadi les han servido para sumar 13 puntos (cuatro victorias, un empate y tres derrotas). A Cádiz regresa además un rejuvenecido Fernando Morán, líder del Nástic, pero no Líbero Parri, que no se librado de una lesión, pero -con su ausencia- sí de un más que probable chaparrón de piropos desde la grada de Carranza.