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El Mundial, en manos de un aliado de la dictadura brasileña

El Mundial de 2014, está en manos polémicas: las de un político octogenario, de temperamento inestable y con históricos lazos con la dictadura militar. José María Marín, de 82 años, asumió la jefatura del comité organizador en marzo, como sustituto del controvertido Ricardo Teixeira, de quien heredó también la presidencia de la Confederación Brasileña de Fútbol.

Fue de Teixeira la idea de dejar en manos de la CBF la organización del Mundial, en lugar de entregarla a una figura del deporte, como se hizo en Francia 1998 con Platini o en Alemania 2006 con Beckenbauer.

Marín apoyó con entusiasmo el golpe militar de 1964 y gracias a ello llegó a convertirse diez meses, entre 1982 y 1983, en gobernador del estado de Sao Paulo. La izquierda acusa al dirigente de ser responsable del arresto y asesinato del director de periodismo de la TV Cultura, Vladimir Herzog, muerto bajo tortura en una unidad militar de Sao Paulo en 1975.

Por esta razón, su llegada al poder en la CBF generó manifestaciones de protesta de grupos de izquierda y un discurso airado del diputado Adriano Diogo, del Partido de los Trabajadores, quien sostuvo que el dirigente tiene "las manos sucias de sangre de la dictadura". Sin embargo, pese al mal estado institucional del fútbol brasileño, ningún analista se atreve a aventurar un fracaso del Mundial.

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