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La Vuelta 2018

Un eco hasta las antípodas

  • El australiano Rohan Dennis, primer ganador y líder tras imponerse en la contrarreloj inicial en Málaga

  • Voló a 50 kilómetros por hora por el recorrido diseñado

Dennis, en el transcurso de la prueba.

Dennis, en el transcurso de la prueba. / Unipublic

Desde gazpacho a bicicletas, todo se anuncia en la caravana publicitaria de La Vuelta. La etapa comprende también un antes y un después de la competición propia, se distribuye publicidad, la finalidad de todo el que invierte en ciclismo, y todo quien lo desea se lleva un recuerdo. Málaga es territorio de paso frecuente en los últimos años, las instituciones ven incomparable la inversión en el pago del canon de salida y el retorno que produce en cuestión de imagen.

A través de Teledeporte, La1 y Eurosport, se difunde durante tres horas a vista de pájaro y de andamio las teóricas bondades de la ciudad por todo el orbe. El ciclismo traspasó hace unas décadas las fronteras de la Vieja Europa, hay corredores de los cinco continentes en el pelotón. Hasta en las antípodas, de donde viene el ganador de la primera etapa: Rohan Dennis. Natural de Adelaida (1990), era el gran favorito, el gran especialista en esta distancia, ganador el año pasado en Nimes. Voló a 50 kilómetros por hora, el único que pasó esa frontera, el australiano. Si de llevar el nombre de Málaga lejos, ciertamente se consiguió. Batió a Kwiatkowski (Sky) y se vistió de rojo. Como roja es la alfombra a cuyos lados se colocan los aficionados, estilo Festival de Cine (y algunas cosas más, que se ha convertido en un desfile continuo), en la Calle Larios, el destino final. Aporrean las vallas y saludan a cada ciclista que pasa, mejores o peores. Todos son esforzados de la ruta, expresión clásica en desuso. Desde Jorge Cubero hasta Vincenzo Nibali, así uno tras uno.

Se vende playa y museos, el pack de moda. Aunque en algún momento se confunda el Ruso con el Seminario Diocesano durante la retransmisión. Pero sí, luce chula la ciudad desde el helicóptero, el Teatro Romano, la Plaza de la Merced y La Rosaleda, aunque el Guadalmedina parezca una cicatriz. La contrarreloj individual permite dilatar bastante el suspiro que dura el paso del pelotón en una etapa convencional, aunque también se puede hacer monótono. Pero la organización volvió a un formato que por distancia sobrepasaba el clásico prólogo. Ahí está el menú para quien quiera consumir simplemente con la vista o llevándose una gorra a casa.

Truena en bucle durante la prueba La vida son sólo dos días, la sintonía de La Vuelta, que recita la nerjeña Nuria Fergó. Y es inevitable acordarse de Javier Otxoa, que falleció el viernes después de 17 años peleando contra las duras secuelas que le dejó un accidente en la carretera que acabó con la vida de su hermano Ricardo. De alguna manera es la cruz del ciclista, la huida constante de un destino insondable e inexorable. Otxoa la dignificó a su manera y hasta el final, ayer tuvo lugar la misa en su recuerdo y hoy se guardará un minuto de silencio en la salida de Marbella. Invita a la reflexión ver la clasificación de aquel día mágico en el que el de Barakaldo afincado en Alhaurín de la Torre venció en la cima de Hautacam. Otxoa, Chava Jiménez, Pantani... Sobrecoge. También está Ullrich, ahora otra vez en el candelero por su excesos.

Y empiezan a llegar los corredores, el triunfo se juega en la frontera de los 10 minutos de esfuerzo. En Málaga capital habían ganado en las últimas visitas campeones del mundo en ruta como Phillippe Gilbert y Peter Sagan, en Gibralfaro y el Paseo del Parque. Durante un par de horas estuvo al frente de la clasificación el holandés Dylan van Baarle (Sky), con 9:59. Estuvo en esa suerte de silla eléctrica (hot seat le llaman).

Rebajó el tiempo Nelson Oliveira (Movistar) y le pegó un buen bocado Michal Kwiatkowski (Sky) de 11 segundos. De ganar hubiera provocado una privilegiada secuencia para la capital porque también ha portado el arcoíris, como Gilbert y Sagan. Pero Dennis cumplió los pronósticos y constató que el nombre de Málaga puede llegar lejos. Seguramente en la madrugada australiana había alguien en su Adelaida natal contemplando todo esto y había merecido la pena.

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