Deportes

Indiferencia con el campeón

  • La selección llegó de madrugada a su cuartel general en Curitiba, donde encontrará la deseada tranquilidad. Ni rastro del Mundial en los días previos a la gran cita.

España quería tranquilidad en su "cuartel general" en el Mundial y la encontrará: Curitiba recibirá a la actual campeona del mundo en un clima frío y gris, y no sólo por las nubes que cubren el cielo en la lluviosa ciudad del sur de Brasil.

Nada parecía anunciar ayer la llegada del equipo de Vicente del Bosque. Más aún: resultó difícil encontrar señales -banderas, camisetas, carteles, música o cánticos- que reflejaran que Curitiba es una de las sedes del Mundial que comienza el jueves.

Tras ganar su amistoso por 2-0 a El Salvador, España tomó un vuelo en Washington para dirigirse al Centro de Entrenamiento del Atlético Paranaense, el lugar elegido por los campeones del mundo como sede de la concentración durante el Mundial.

El equipo dormirá y se entrenará en un lugar fastuoso que contrasta con el entorno en el que se ubica. Delante tiene un desordenado garaje de camiones. Detrás, uno de los distritos más pobres de Curitiba.

El centro de entrenamiento incluye ocho campos de fútbol, dos restaurantes de cocina internacional, dos hoteles para 180 personas, piscinas climatizadas, canchas de tenis, salón de recreo y muchas cosas más. Un oasis artificial dentro de un embarrado páramo natural.

Lo que no podrán hacer los españoles será salir a pasear por los exteriores del lugar. Lo siguiente al garaje de camiones es una autopista. Y a sus espaldas queda una barriada de 20.000 habitantes con apenas un 13% de caminos asfaltados. Menos de la mitad de las precarias casas dispone de alcantarillado.

Durante las horas previas a la llegada de la expedición española, los últimos operarios del centro de entrenamiento se apresuraban a completar diversos detalles que faltaban. Un cartel, en el que se leía "Selección Española de Fútbol", era la única señal que publicitaba la residencia del equipo. No había ni siquiera una bandera española. Tampoco brasileña.

Muy diferente todo si se compara con lo ocurrido hace cuatro años en la pequeña ciudad sudafricana de Potchefstroom, donde los españoles fueron recibidos con orgullo por los habitantes locales a través de un camino trufado de banderas, camisetas y balones gigantes.

Lo que encontrará España en su centro de entrenamiento de Curitiba será la extensión de una ciudad que por ahora no vive precisamente con pasión un acontecimiento tan sonoro como es un Mundial. Por los charcos de sus calles no se ven camisetas de Brasil y, obviamente, tampoco de España. No hay carteles ni aficionados ruidosos. Parece un día cualquiera de un mes cualquiera.

"Nos dijeron que vendrían miles de turistas e hinchas, que la ciudad tomaría brillo, pero no está ocurriendo nada de eso. Estamos muy decepcionados", asegura Fernando, un taxista que se niega a poner una bandera de Brasil en su coche. "¿Para qué? ¿Me van a dar más dinero por eso?", se pregunta.

Mientras, los obreros realizan turnos especiales de día y noche para intentar terminar a la carrera las obras de acceso al estadio de Curitiba, unos caminos convertidos en un engrudo compuesto de hierro y barro. Por otra parte, tampoco es un escenario diferente al contemplado hace cuatro años en Sudáfrica en los días previos al comienzo del evento.

Los comercios de la ciudad también viven ajenos al Mundial. No hay en los escaparates fotos de Neymar, ni de Lionel Messi, ni de Cristiano Ronaldo, ni de Andrés Iniesta. Tampoco hay carteles ni mosaicos que anuncien la gran cita del fútbol mundial. Ni mensajes de bienvenida a los hinchas.

"Aquí vienen los de siempre y toman lo de siempre. Queremos creer que vendrá más gente a partir de la próxima semana. Si no, esto será un desastre", confiesa Diego, camarero de una céntrica hamburguesería.

Tampoco ayuda a mejorar el extraño escenario el tiempo que hace en la ciudad. A 1.000 metros sobre el nivel del mar, Curitiba es la urbe más fría de Brasil y también una de las más lluviosas. Unas estadísticas corroboradas punto por punto en estos días.

El cielo gris, salpicado con algún tímido rayo de sol, es hoy una precisa metáfora del ambiente futbolístico en el que la selección española trabajará estos días. Al menos, la campeona del mundo sí tendrá garantizado algo que siempre persigue: el anonimato.

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