Durante el último entrenamiento de Ghana el lunes en el Mundial de Sudáfrica, el seleccionador Milovan Rajevac hizo a sus pupilos ensayar una y otra vez disparos al arco en el pequeño estadio Mogwase en Sun City.
Incluso después de que el sol hubiera desaparecido, los Black Stars seguían probandos tiros a puerta ante la mirada atenta del cuerpo técnico, que pasaba frío en el banquillo.
El propio Rajevac les ponía la pelota para patear desde unos 16 metros. El técnico los dividió en dos equipos después del entrenamiento, justo cuando los futbolistas ghaneses creían ya acabada la práctica y estaban a punto de quitarse las botas.
Al final ganaron los que llevaban el peto verde, y nadie se atrevió a quejarse del entrenamiento extra. Como al comenzar la práctica, todos se tomaron de las manos para rezar al final de la jornada.
"Nuestros puntos fuertes son el espíritu de equipo, el trabajo duro y la disciplina", dijo después el arquero Richard Kingson. Los ghaneses son el último representante africano en el Mundial de Sudáfrica y jugarán el próximo viernes contra Uruguay por un cupo en las semifinales.
El de los Black Stars es un caso único entre los equipos africanos de esta Copa del Mundo, en un continente al que se le reconoce un gran potencial futbolístico, desaprovechado, sin embargo, por el caos organizativo y la falta de estructuras.
En Camerún, la selección africana mejor posicionada en el ranking de la FIFA, se habló de egoísmo y de la formación de pequeños grupos en el equipo durante el torneo; Nigeria tuvo que hacer frente a amenazas de muerte tras un mal partido y Costa de Marfil fracasó en parte debido a las altas expectativas.
A diferencia de los marfileños y de Nigeria, que contrataron a sus entrenadores suecos (Sven-Göran Eriksson y Lars Lagerbäck, respectivamente) poco antes de que empezara el Mundial, Rajevac trabajó durante dos años con su equipo antes de viajar a Sudáfrica.
"Hace cuatro años, los octavos de final; ahora, los cuartos. Tenemos un plan, apostamos por la juventud y la disciplina", dice al respecto el presidente de la Federación Ghanesa de Fútbol, Kwesi Nyantakyi.
Durante la primera ronda hubo un incidente revelador. Sulley Montari, que milita en el Inter de Milán y que ganó la Liga de Campeones con su club la temporada pasada, estuvo a punto de ser excluido de la selección.
Al jugador, de 25 años, se le permitió quedarse sólo después de que se disculpara con Rajevac por haberlo criticado.
"La disciplina y el rendimiento del equipo se condicionan mutuamente", destaca Nyantakyi. "Tenemos reglas claras: los jugadores tienen que levantarse a una hora y empezar a entrenarse a una hora".
El equipo da al menos la impresión de haber asumido el orden táctico en la cancha. Sobre todo el mediocampo defensivo de los Black Stars ha probado ser especialmente fuerte en la recuperación de la pelota.
Nyatanki deja también claro cuál es la situación de Muntari en el equipo. "No fue expulsado, pero fue amonestado. La próxima vez se va".
Rajevac tampoco se olvidó de castigar a la estrella del Inter en el partido de octavos frente a Estados Unidos, en el que el jugador tuvo que esperar 113 minutos para entrar a la cancha.
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