Grupo a · la crónica

Consuelo para el anfitrión

  • Hakan Yakin, autor de dos goles, se basta para vencer a una deslucida Portugal

Portugal no es lo mismo sin sus titulares y lo demostró ante Suiza, que le ganó por 2-0 en el cierre del Grupo A y consiguió así despedirse con una victoria de la Eurocopa que coorganiza con Austria.

Los goles del triunfo local fueron convertido por Hakan Yakin a los 71 y a los 83 minutos. El jugador del Young Boys, con tres goles, fue el único suizo que pudo anotar goles en la Eurocopa y se retiró ovacionado por sus hinchas a poco del final.

Tras el encuentro, los jugadores suizos desplegaron una pancarta en la que se leía "Merci Kobi (Gracias Kobi)", dedicada a su técnico Kobi Kuhn, que dirigió por última vez al equipo helvético tras siete años en el cargo y se retiró vitoreado por el público que llenó el St. Jakob Park.

El partido, en su génesis, no tenía historia amén de las despedidas de Kuhn y de Suiza de su propia gente. Futbolísticamente, la incógnita era saber cómo responderían los suplentes de Portugal, reforzados por Ricardo, Pepe y Paulo Ferreira. No aprobaron el examen los lusos, más allá de algunos detalles del fino extremo del Manchester United Nani.

Dado el carácter casi amistoso del partido, al comienzo la falta de tensión se reflejó en las tribunas. No había habido tiempo de acomodarse que el público empezó a divertirse haciendo la ola, reflejo indiscutible de que lo que pasaba en el campo de juego le importaba más bien poco.

Pero ambos equipos comenzaron a atraer la atención de los 40.000 presentes con algunas situaciones de gol que fueron sucediéndose frente a los arcos. Las más claras: una entrada de Pepe ante un tiro libre de Nani que Zuberbuhler llegó a desviar lo suficiente para que el balón pegara en el ángulo y un cabezazo de Hakan Yakin que Ricardo envió al córner con una buena estirada.

Quien también se hizo protagonista fue el árbitro, el austríaco Konrad Plautz, que en el recuento terminó perjudicando a Portugal. No sancionó un claro penal de Muller a Nani y sancionó equivocadamente, a instancias de uno de sus asistentes, una posición adelantada de Postiga que no era tal y que el luso terminó en gol.

Como para que los errores no ayudaran sólo a los de casa, Plautz no expulsó a Paulo Ferreira por una entrada escalofriante sobre el tobillo de Behrami. Abucheado cada vez que tocaba la pelota tras la acción, el lateral del Chelsea fue sustituido por Scolari protegiéndolo para los cuartos de final.

En el segundo tiempo, la Nati, como apodan los locales a su selección, buscó con mayor contundencia el arco rival para darle una alegría a su gente. La entrada del ídolo Tranquillo Barnetta le dio otro volumen de juego y presionó a los suplentes portugueses ante los gestos de disconformidad de Scolari en el banco.

El gol parecía cuestión de tiempo porque sólo Pepe daba solidez al sistema defensivo portugués y así fue. A los 71 llegó el rechace del central, que quedó algo descolocado, y el pase de Patrick Muller dejó solo a Yakin para que definiera entre las piernas de Ricardo.

Cuando Portugal intentaba el empate, llegó el invento de Barnetta, que se tiró dentro del área ante la presencia de Fernando Meira. Plautz compró el engaño perjudicando nuevamente a los lusos y Yakin puso cifras definitivas para que Kuhn pudiese despedirse de su cargo con una victoria y que el público suizo pudiese llevarse al menos el recuerdo de una victoria en un torneo en el que pretendía pasar al menos a cuartos de final

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