El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Jacques Rogge, ya está en la ciudad sudafricana de Durban para la asamblea general en la que se concederá mañana los Juegos Olímpicos de invierno de 2018 entre Pyeongchang, Múnich y Annecy.

La surcoreana Pyeongchang es la favorita en su tercer intento y la carrera por los Juegos ha alcanzado el rango de prioridad nacional. La amonestación de la comisión ética del COI por las oscuras actividades de algunos patrocinadores ya es cosa del pasado. La candidatura asiática ha invertido miles de millones de dólares en infraestructura. Otro aspecto positivo son las cortas distancias que se deben recorrer entre los distintos escenarios de la competición, de los cuales están listos siete de los 13 necesarios. El más importante es el complejo deportivo Alpensia, con un costo de 1.400 millones de dólares.

Múnich, por su parte, se muestra optimista de poder dar la sorpresa, tras un maratón de preparativos de casi 43 meses. Los muniqueses se presentan como el modelo opuesto a Pyeongchang. Si gana, la capital bávara será la primera ciudad en organizar también unos Juegos de Invierno después de haber albergado los de verano de 1972. Esto puede ir en su contra, aunque cuenta con un innovador concepto ecológico y una gran pasión por el deporte de invierno, una diferencia clave respecto a su rival, como grandes bazas.

Sobre Annecy no habla casi nadie. De hecho, a estas alturas tampoco llama la atención que Jean-Claude Killy, la ex leyenda del esquí francés y destacado miembro del COI, apenas haya apoyado la candidatura gala. La suerte está echada.