Bradley Wiggins y Chris Froome, líderes absolutos del Tour al mando del poderoso Sky, disfrutaron de la segunda jornada de descanso con más tranquilidad que sus rivales, que invirtieron gran parte de su tiempo en planificar el plan de asalto en las dos próximas etapas pirenaicas, terreno decisivo para asaltar la fortaleza inglesa.

Wiiggins llega a la cordillera en la mejor situación posible, como favorito para llegar el domingo a París y convertirse en el primer británico vencedor del Tour. Llega un ahora o nunca, y eso lo saben los rivales, entre otros motivos porque el sábado llega la mejor contrarreloj posible para Wiggins y ahí el inglés volverá a imponer su destreza contra el crono, como ya hizo en Besancon. Si acaso, la única preocupación de Wiggins la tiene en casa.

Su compañero Chris Froome, que le sigue en la general a 2.05, le ha jurado fidelidad, pero hasta un límite. Si el jefe se hunde como en la Vuelta 2011, Froome tomará las riendas del equipo. El movimiento se anuncia por varios frentes. Nibali, tercero a 2.23, atacó en los Alpes sin resultado alguno. Aparte, suenan los tambores de guerra en torno a Evans. El australiano quiere defender el título hasta el límite y no tira la toalla, pero rezuma cierto pesimismo. Por si queda alguna duda, el Tour se decidirá en la crono de 53,5 kilómetros del sábado. La alfombra roja está preparada.