Submarino amarillo

Alerta amarillade estrenos y rivalidades

  • No sólo Butragueño debutó contra el Cádiz; también lo hicieron Pep Guardiola o Julen Guerrero · El reencuentro con el eterno rival isleño envuelve la semana de recuerdos

EL Cádiz aprende a perder con Gracia. Llega el Carnaval, aún no se ha escuchado una sola copla en condiciones sobre el descenso, ni siquiera en torno a la imparable marcha del Xerez, y el Cádiz pierde Gracia, para tenerlo muy en Cuenca. Pero Gracia no pierde la seriedad, ni la compostura, ni el crédito, y éso que los bancos andan amarrateguis perdíos, y ahora viene el San Fernando, un ratito a pie y otro caminando. Total, no paramos. El Cádiz, que parecía un huracán, amaina la euforia del hiperbólico personal, la tarde se pone cañaílla y los recuerdos, traviesos y vanguardistas. Esta semana toca rivalidad, toca mentar a los dioses del viento feroz y a las alertas amarillas que tanto asustan en la tele. Alerta amarilla, tornado del quince, tequiyá. A tomar viento el tiempo del olvido.

Esta semana, si no antes, la mafia merengue lo colma todo de pamplinas de cartón piedra, siempre relacionadas con lo blanco jartible. Lo mismo que los telediarios yanquis, que coleccionan tornados como Cádiz se alimenta de los cambios de humor de la brisa del exilio interior, los noticieros nacionales lo ven todo blanco. Esta vez cayó el blanco en la cuenta del amarillo y se recuerdan con gozo los veinticinco años de la Quinta del Buitre. ¿Dónde va a ser? En Cádiz. El primer vuelo del Buitre, no confundir con la célebre copla, sucedió en Carranza, dos goles pal buche del extraordinario jugador, apadrinado por Di Stéfano, ¿viste? Da coraje ver las imágenes, aunque también la dicha de rememorar a jugadores como Pepe Mejías. La historia del fútbol, contada casi siempre por merengones, trajo también las bicicletas de Robinho, del que nunca más se supo, otro debut histórico, ahora que todo se antoja histórico, fantástico, importantísimo y esencial. Pero no sólo debutaron contra el Cádiz insignes peloteros madridistas.

Nada más y nada menos que Pep Guardiola, ese preparador que carecía de experiencia para enfrentarse al reto de entrenar al Barsa y que lidera hoy las preferencias futbolísticas del mundo entero y mantiene a los niños pegados a la tele cuando no le dan a la play, debutó contra el Cádiz, en el Nou Camp, el 16 de diciembre de 1990. Con diecinueve años. Dos a cero para los locales. Fue Johan Cruyff quien se atrevió a bautizar a Guardiola, que en su línea declaró antes: "Trataré de no ponerme nervioso", y confesó a posteriori: "Me queda mucho por aprender". A la vera de Zubi, Bakero, Laudrup y su actual director deportivo Txiki Beguiristain, cualquiera. Por cierto, esa temporada, el Cádiz de Ramón Blanco le endosó cuatro a cero al todopoderoso Barsa y se salvó de milagro, la madre de todos los milagros, ante el Málaga, en taquicárdica promoción. Y debutó Kiko Narváez.

También debutó contra el Cádiz el bilbaíno Julen Guerrero, gran futbolista que fue víctima de los improperios del brutícola Gil, recuérdese lo del "modosito". Septiembre del emblemático 92, merced a Heynckes, y con gol incluido, a los dieciocho añitos de edad. No queda ahí la cosa. Se estrenaron ante el Submarino Miguel Ángel Ruiz con el Atlético, en el año 77, y en la misma temporada, precisamente la primera del Cádiz en la División de honor, otro gran jugador, Jesús Landáburu, que daba sus primeros pasos con el Rayo Vallecano. Debutó en Primera el día que el Cádiz debutaba en Primera. Cosas del destino. Pa destino, el de Mágico González, que se enfundó la camisola amarilla por vez primera, con derrota (1-3) ante el Murcia, un 11 de septiembre, emblemática fecha adherida a Allende en Chile o las Torres Gemelas en Nueva York. Aquí en Cádiz también tenemos fechas memorables, además de este once ese, miedo al once ese, terror ante el tornado del 5 de febrero de 2009, qué pedazo de tornado. Histórico.

Más misceláneas: el mejor jugador de la Eurocopa, Xavi Hernández, volvió a sentirse futbolista, tras sobreponerse de una grave lesión que le mantuvo una larga temporada alejado de los campos de juego, ante el Cádiz, claro está. Retornó a las canchas el 29 de abril de 2006, última temporada del Cádiz en Primera. Y para los enfermos de las estadísticas y onomásticas, el legendario guardameta internacional de balonmano, David Barrufet, debutó en Cádiz, el día de Reyes de 1990. Ni que decir tiene que la nómina de debutantes con que se ha topado el Cádiz crecería hasta el infinito con los partidos oficiales y los trofeos Carranza. Así que no sólo voló Brutragueño sobre el estadio gaditano.

Ya que estamos, la última vez que el Cádiz venció al San Fernando en competición de verdad estaba a punto de llegar al banquillo otro mito del fútbol, Kempes. Los derbis ante el club vecino se recuerdan en la Tacita como si fueran antié. Los aficionados más veteranos guardan auténticas historias para reír o no dormir, desde las pedradas que recibía el Comes, llamado la Carterilla porque los aficionados viajaban como sardinas en arenque, como en la lista de Schindler camino del exterminio de la raza cadista, hasta las llamadas a la calma por parte de ambas directivas. Hoy habría que hacer una llamada a la Banca pa que suelte la pasta.

Viven para contarlo muchos cadistas que regresaban de La Isla con la cara partía, y también quienes asistieron a los encarnizados derbis de los años 50, cuando coincidieron en Segunda el Cádiz, el San Fernando y el Xerez. Los tres durante tres años consecutivos. En realidad, el San Fernando ostentó la preponderancia en la provincia durante muchos años. Los aficionados gaditanos acudían a La Isla para ver fútbol de superior categoría. El Cádiz pasó fatiguitas y humillaciones durante temporadas, nadie olvida el año 54, cuando Xerez y San Fernando pujaban en Segunda mientras que el Submarino hacía honor de su apodo en Tercera. Ese año 54, por cierto, nevó en la Bahía de Cádiz. Nevó de verdad, aunque cuajó sólo a primeras horas de la mañana, nada de tornados de mentirijillas.

Los cadistas de la época del blanco y negro recuerdan también a una poderosa delantera isleña, formada por Periñán, Chispa y Crías, que volvía turulata a la zaga cadista en el célebre estadio de La Mirandilla, testigo de grandes tardes de fútbol. Una tarde, Periñán, que luego fue barbero en el hospital de San Carlos, correteó de tal manera al duro defensa gaditano Oria que éste se pasó de frenada y se estampó contra la valla. Vaya tela. Qué tiempos. Qué tiempo más raro.

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