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Cádiz | sevilla atlético

Abocado al fracaso

  • El Cádiz no gana y, pese a depender de sí mismo en la última jornada, ofrece una imagen paupérrima que invita al pesimismo

Los cadistas se marcharon ayer del Carranza enfadados, decepcionados y con la sensación de que el equipo va camino de Segunda B. La imagen, una vez más, fue de equipo descompuesto, muerto deportivamente hablando. Hay muy pocos motivos para ser optimistas, incluso sabiendo que el Cádiz depende de sí mismo y que le basta con ganar en Alicante para mantener la categoría. Afortunadamente, esto es fútbol y las cosas pueden cambiar cuando menos se espera, pero el equipo amarillo se va a jugar la vida con una plantilla en un pésimo momento y con la moral por los suelos.

El efecto de la llegada de Julián Rubio sólo ha servido, hasta el momento, para que el equipo no pierda más partidos, algo insuficiente. En Málaga, al menos, se vio un Cádiz combativo y con las ideas claras en el apartado defensivo. Ayer se esperaba mucho más de un equipo que está al borde del precipicio, pero este Cádiz no está para nada. Tuvo tres o cuatro ocasiones para marcar, sí, pero la sensación fue de improvisación constante, de no tener capacidad para imponerse. Y eso que el Sevilla Atlético fue de más a menos, quizá intencionadamente, sin querer hacer sangre a los amarillos en la segunda parte.

Tampoco estuvo fino Rubio en su alineación. El manchego no tendrá culpa de nada, suceda lo que suceda, pero ha incurrido en los mismos errores que algunos de sus antecesores. Colocar a Parri en una banda, a Natalio en la otra, y a Dani con Casas en el ataque queda muy bien en la pizarra, pero ya se ha demostrado a lo largo de la temporada que algunos de estos futbolistas no son fiables para compromisos tan delicados como éste. El jugador cedido por el Almería no se adapta a otra posición que no sea la de delantero, Parri se ve superado por su aparente desidia y Casas no se parece en nada al que marcaba goles como churros en otros equipos.

Se puede decir que el Cádiz regaló ayer el primer tiempo por el planteamiento, aunque no es menos cierto que en esos primeros 45 minutos mandó un balón al larguero y Natalio estuvo a punto de marcar con un gran disparo. Pero la sensación general es que el equipo tenía bastante más sentido con dos extremos puros como Enrique y Gustavo López. Sobre todo, tenía más sentido con el argentino, que eleva el nivel del equipo con su sola presencia. Pese a estar lejos de su mejor momento, tiene calidad y vergüenza torera para estar muy por encima de la media.

El caso es que el Cádiz se presentó al partido queriendo dar señales de intensidad desde el inicio. Un cabezazo de Fleurquin a centro de Parri se estrelló en el larguero en el minuto dos. Para colmo de males, ni siquiera la suerte está del lado cadista. Eran minutos en los que el equipo era capaz incluso de triangular, pero era un espejismo. Pasado el primer cuarto de hora, el filial sevillista empezó a tocar el balón y a llegar al área de Limia en demasiadas ocasiones. No con mucho peligro, pero sí con una facilidad inquietante.

A los 23 minutos se producía la primera gran pitada de la tarde porque el partido no se parecía en nada a lo que esperaba el cadismo. La defensa se desajustaba al hacer el fuera de juego y Pablo hacía sufrir al personal con un disparo desde fuera del área y con un gran centro que no terminó en gol por un cruce providencial de César Caneda. La cosa pintaba mal, pero Natalio pudo poner por delante al Cádiz con un gran disparo que envió Varas a córner. Dani tendría otra ocasión antes del descanso, pero de nuevo sin acierto.

Rubio reaccionaba y dejaba en el vestuario a Natalio y Parri para dar entrada a Gustavo López y Enrique. El equipo empezó a llegar algo más, siempre gracias a las internadas del argentino. En el Carranza se respiraba una calma chicha, con la esperanza de que el gol cayera al final aunque fuera en una acción afortunada o inmerecida, que lo mismo daba. Pero pasaban los minutos y el pleito seguía demasiado igualado. El Sevilla Atlético ya no llegaba tanto o no quería llegar tanto, pero eso no era suficiente para el Cádiz.

Abraham Paz tuvo una doble ocasión en el tramo final, con un remate de cabeza y un lanzamiento de falta, pero ya se sabe lo que sucedió. El último susto visitante lo dio Alfaro, que enganchó un disparo a bote pronto en el que Limia volvió a demostrar su buen momento. En ese momento faltaban seis minutos para el final y, a renglón seguido, Dani disponía de una gran ocasión tras un buen centro de Kosowski, pero tampoco era capaz de marcar, como en un disparo a la media vuelta, ya en tiempo de prolongación.

Costaba creerlo, pero el partido se escapaba sin que la victoria quedara en Cádiz. Otros resultados habían acompañado, pero no el de los amarillos, como casi siempre. Lleva toda la segunda vuelta soñando con alcanzar los 50 puntos y todavía no lo ha logrado. Desgraciadamente, por un cúmulo de despropósitos a todos los niveles, se tiene que jugar la vida en un cara o cruz en Alicante. Hay que esperar que el partido de ayer le haya aclarado las ideas a Rubio para ver cuáles son los jugadores fiables en partidos así. Muchos de ellos ya han quedado marcados, pero tienen en su mano evitar la catástrofe.

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