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Cultura

La textura del tiempo

  • Acantilado recupera 'Intramuros', una hermosa y 'proustiana' novela de Giorgio Bassani sobre la Italia provinciana, burguesa y de ascendencia judía que se extinguió con la llegada del fascismo.

Intramuros. Giorgio Bassani. Trad. Juan Antonio Méndez. Acantilado. Barcelona, 2014. 224 páginas. 18 euros.

Dos hechos cabría tener en cuenta al acercarnos al autor de este Intramuros, publicado en 1956 con el título de Cinco historias de Ferrara. El primero es que será Bassani quien publique, como editor de Feltrinelli, El gatopardo de Lampedusa; el segundo, y no menos significativo, es su colaboración en la revista Paragone, fundada por el gran historiador del arte Roberto Longhi. De aquí se deduce una fina apreciación estética, un estrecho vínculo con la cultura europea, que se hará patente en su escritura, no tanto por el tono elevado y culturalista, inexistente en Bassani, sino por el modo en que su obra se desarrolló, prolongando y agilizando el legado de Proust y su En busca del tiempo perdido.

Intramuros forma parte, junto con El jardín de los Finzi-Contini y otros cuatro volúmenes, del ciclo de La novela de Ferrara; ciclo donde Bassani retrata no sólo la primera mitad del XX italiana, sino también cierta Italia provinciana, burguesa, de ascendencia judía, que verá extinguirse su mundo, entre el estupor y la incredulidad, con la llegada del Fascio. Como es sabido, Vittorio de Sica llevó al cine El jardín de los Finzi-Contini, sin que Bassani aceptara completamente el resultado. Esta misma inadecuación entre literatura y cine puede apreciarse sin dificultad en Un amor de Swann, dirigida por Schlöndorff. Y ello no por la particular impericia de los directores, sino por la forma misma en que Proust y Bassani urden sus respectivas tramas literarias. Podríamos decir, sumariamente, que la obra de ambos es una obra memorística. Sin embargo, esta evocación, este recuento personal de unos hechos, no viene expresado de manera lineal, sino que acude a una estructura digresiva que enlaza un recuerdo al otro y prescinde de un orden y una prelación cronológicos. El orden que se mantiene -y de ahí la dificultad de trasponerlo a la pantalla- es el orden sentimental, la memoria anímica, que asocia categorías dispersas y anuda estrechamente fenómenos sin relación evidente. Freud llamó "libre asociación" a este proceder de la memoria. Y es este asociacionismo, hasta cierto punto arbitrario, el que se sustanciará en la magdalena proustiana, cuyo recuerdo desencadena la magna obra impresionista, hecha de retazos y veladuras, del escritor francés.

De ese magisterio, de aquella voluble imprecisión del recuerdo humano, extraerá Bassani la estructura literaria de este Intramuros. También del resto de sus obras donde Ferrara emerge como un viejo burgo medieval sumido en la tiniebla. Porque el empeño de Bassani, y esto tendría que quedar claro después de lo dicho, no es tanto reconstruir lo sucedido como el modo en que los sucesos se recuerdan, se deforman o se olvidan. En este sentido, resultan esclarecedores dos magníficos relatos aquí incluidos: Una lápida en vía Mazzini y Una noche de 1943. En ambas narraciones, construidas con evocaciones que se disipan y se pierden, para luego volver al cauce originario, lo que se cuenta, lo que se evidencia, lo que expresa, es la perentoria necesidad de olvidar de una sociedad que ha vivido en la proximidad -en vergonzosa intimidad- con la barbarie. Así, en el primer relato, el regreso a Ferrara de un judío, superviviente de Buchenwald, desencadenará no sólo la incomodidad y el remordimiento de sus vecinos, sino el enfado de quienes, cómplices del régimen anterior, lo reputan como una molestia y un absurdo vestigio de otros tiempos. En Una noche de 1943, será el fusilamiento de once ferrarenses el que propicie el olvido -un olvido consciente, ominoso, deliberado- del único testigo de la matanza. En ambos casos, se trata de una forma perversa del recuerdo; en ambas situaciones, es la memoria selectiva, de una ciudad o un hombre, la que abre paso al futuro sepultando las sevicias y lacras sobre las que se alzó la Europa de posguerra.

En Bassani, pues, tanto como la problemática recuperación del pasado, se documenta el modo en que ese ayer se difumina en el recuerdo de los hombres. De algún modo, es la textura del tiempo, su misteriosa ondulación, su humana urdimbre, la que vemos evaporarse ante nosotros.

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