BASILIO BALTASAR | DIRECTOR DE LA FUNDACIÓN FORMENTOR

"Es una satisfacción instalar a Aira en ese imaginario donde debía estar desde hace tiempo"

  • El editor y gestor cultural mallorquín celebra que el Premio Formentor 2021 reconozca en toda su grandeza y complejidad la conciencia literaria del escritor argentino

Basilio Baltasar (Palma de Mallorca, 1955), en Sevilla.

Basilio Baltasar (Palma de Mallorca, 1955), en Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

La Fundación Formentor, que dirige Basilio Baltasar, se creó para organizar el Premio Formentor de las Letras. Gracias al mecenazgo de la familia Barceló, da continuidad a los encuentros culturales iniciados en 1930 y al galardón literario convocado por los editores europeos desde 1961.

-Este es el primer gran evento literario que acoge la capital andaluza desde el inicio de la pandemia, una fiesta cultural que, al premiar a César Aira, refuerza los vínculos con Latinoamérica.

-El fallo del premio ya fue itinerante: Méjico (2012), Buenos Aires (2018), Roma (2019), Lisboa (que lo habría sido en 2020, pero no llegó a ser). Y ahora Sevilla, como puerto de América, es un lugar especial al que nos gustaría volver con Aira. Buscamos el logro artístico con independencia de la nacionalidad o raza del autor pero en este caso es notable que César Aira sea un ermitaño que está en la línea imaginativa libre de otro argentino, Julio Cortázar. Pero Cortázar, al haber vivido en Bruselas y ser un hombre con cierta vocación social, pertenecía a un tapiz de la vida literaria del que Aira está completamente alejado.

-¿Qué destaca de la concesión del galardón al autor argentino?

-En su novela El congreso de literatura, César Aira imaginó que clonaban a Carlos Fuentes mediante una abeja mecánica que se posaba en su cuello y le sacaba gotas de sangre para reproducir su ADN. Seis años después, Fuentes le devolvió la cortesía en La silla del águila (2003), donde fabuló que en 2020 se le concedería a Aira el Nobel de Literatura. Como aún no ha ocurrido nosotros nos hemos adelantado a la academia sueca concediéndole el Prix Formentor. Me parece muy notable que otorguemos este galardón a un autor que, como ha recordado Anna Caballé, no es nada complaciente. Él ha completado 102 obras en 40 años sin haber recibido un reconocimiento a la altura de quien es y haberlo instalado en ese imaginario donde debía estar desde hace mucho tiempo es una de las grandes satisfacciones del Formentor de este año.

-¿Cómo será la ceremonia de entrega en octubre en Túnez?

-Está el libro rojo de Mao y está el libro rojo de la Fundación Formentor, que reúne los discursos de todos los galardonados comenzando por Carlos Fuentes, que nos regaló un pequeño y estupendo tratado de la literatura universal. Cada premiado ha ofrecido intervenciones memorables y, aunque obviamente haremos la ceremonia protocolaria, lo esencial será escuchar el discurso de César Aira.

-¿Cuál es su libro favorito entre la extensa producción de Aira?

-Dentro de su obra de ficción me interesan mucho Fulgentius y Cómo me hice monja. Pero una característica del Formentor es que es el único premio que se compromete a redactar ensayos literarios sobre la obra del galardonado, así que los cinco miembros del jurado analizaremos su producción por afinidades y conceptos. Con Aira hemos tenido que hacer un esfuerzo conceptual enorme porque no estaba plenamente descrita la naturaleza de su obra, que hemos logrado plasmar en el acta. Ahí está lo esencial de su conciencia literaria, que incluye la parodia, la ironía y la idea de que el sentido del humor es un séptimo sentido.

-¿Podemos considerar a Aira como heredero de Borges?

-Salvando todas las distancias, porque Borges trabajaba con la materia prima de la erudición libresca y la alta cultura, y nuestro galardonado lo hace con la erudición de la cultura popular (el cómic, el cine, las novelas de kiosco, que él transforma), podríamos decir que Aira es una versión del Borges postmoderno.

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