Santiago Posteguillo. Escritor

"Debía demostrar que era capaz de novelar Roma antes de abordar a Julio César"

  • El novelista valenciano inicia con 'Roma soy yo', publicada por Ediciones B, una nueva saga imperial protagonizada por el político y militar, del que abarca aquí sus primeros años de vida

Santiago Posteguillo, fotografiado este martes en Sevilla.

Santiago Posteguillo, fotografiado este martes en Sevilla. / José Ángel García

Tras retratar a personajes como Escipión el Africano, Trajano o Julia Domna, el ganador del Premio Planeta por Yo, Julia, Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) regresa a las librerías con Roma soy yo (Ediciones B), una obra sobre el mítico Julio César, un desafío para el que, dice, ha estado preparándose a lo largo de su carrera.

Roma soy yo es una novela histórica, pero también tiene mucho de thriller. Supongo que le nombrarán con frecuencia a John Grisham.

–Sí, ya me han llegado a decir que me he inventado un nuevo género, el "thriller judicial histórico", que me parece simpático y bien traído. Cuando he hablado con los editores norteamericanos que se van a ocupar de la edición en Estados Unidos, en inglés, para explicarles la novela les dije: 'Mirad, el hilo conductor es una novela de John Grisham, pero con unos flashbacks que son como Juego de tronos de George R. R. Martin’, y me dijeron: 'La compramos, ya lo hemos pillado’. Además, lo reconozco, a mí me gusta mucho Grisham, me parece muy admirable lo que consigue con un juicio en estos tiempos modernos. Y sí, he tratado de reproducir esos ambientes, pero sin que mi novela quede sometida solamente a ese patrón, porque mis lectores están acostumbrados a batallas, a viajes, que se mantienen gracias a los flashbacks, que manejo al estilo de El Padrino II, cuando conoces el origen de los Corleone.

–¿Es Julio César el gran personaje de la Antigua Roma? ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?

–César es el gran personaje de la Antigua Roma, sin duda, y es el gran personaje del mundo antiguo, junto a Alejandro, y uno de los cinco personajes más importantes de la historia del mundo occidental. Es una figura impresionante y siempre he querido novelar su vida, pero pensaba que César se merecía todo el respeto por mi parte, y que me mereciera escribir sobre él. O sea, tenía que demostrar que era capaz de novelar bien Roma para merecerme escribir sobre César y entender lo que conduce hasta él, y asimilar que todos los emperadores posteriores lo contemplan como un reflejo.

–¿Cuáles son los límites que se marca cuando acude a la ficción?

–Que la ficción no altere nunca los datos históricos que conocemos. Por ejemplo, sabemos que en el juicio que abordo en la novela hay un momento en el que el tribunal debe decidir quién va a ser el elegido como acusador. Ese momento existió, pero no sabemos quién se presentó junto a Julio César. Me puedo inventar un personaje o buscar otro abogado de la época que fuera habitual en juicios y que luchara contra la corrupción, porque lo hay, Cicerón hacía eso. ¿Está esto reflejado en algún sitio? No. Sabemos del juicio quiénes eran los abogados, el tribunal, y conocemos la sentencia, pero no tenemos los diálogos. Yo los reconstruyo pero manteniendo el resultado final. O sea, relleno los vacíos de un rompecabezas al que le faltan piezas.

–Muestra a un primer Julio César, niño y joven, que destaca por sus inquietudes artísticas, especialmente literarias.

–Lo retrato leyendo a Plauto o hablando con su mujer de filosofía. Tuvo una excelente formación académica, promovida por su madre, que es quien propicia el que sea una persona extremadamente culta. Por ejemplo, un tutor le enseñó griego clásico. César tenía un gran interés por la cultura, hasta el punto de que fue el primero en incentivar el préstamo bibliotecario, ya que permitió que los lectores se llevaran los papiros a sus casas, que es una forma de extender el conocimiento. Detalles que te hablan de un personaje singular y admirable.

"Sin la existencia de Julio César, Roma habría acabado siendo una Rusia dominada por los oligarcas"

–¿Dispone ya de tanta documentación que, como poco, va a necesitar seis novelas para abarcar la vida de Julio César?

–Hay que tener en cuenta que Julio César dejó escrito muchísimo material. Nada más que con todas sus anotaciones sobre la Guerra Civil o de las Galias ya hay para extenderse, y además muchísimos autores clásicos se han acercado a él, lo que ha generado bastante información. Bien es cierto que abundan los detalles de los últimos diez años de su vida, y que su infancia y juventud es más desconocida, y por eso en esta novela he tirado más de creatividad.

–¿Habría sido muy diferente la Roma que nos ha llegado sin Julio César?

–Es la primera vez que me preguntan esto. Roma habría languidecido a merced de una oligarquía que controlaba el Estado y habría acabado siendo una Rusia gobernada por unas minorías que acumulan la riqueza. Y con toda probabilidad habría decaído su poder mucho antes, y no habría alcanzado el Alto Imperio con la potencia con la que llegó. Y además los poderosos habrían vivido en la comodidad de su poder durante mucho más tiempo, porque César cambió todo eso. Es el individuo que cambia la historia, y eso es fascinante.

–¿La política, incluido su marketing, los intereses, las corruptelas o las artimañas, siguen siendo las mismas que hoy?

–Yo escribo del siglo I a. C. y hablo de un sistema judicial en el que el tribunal tiene que decidir quién se puede personar o no como acusador, y hablo de un abogado que recusa a un juez porque tiene una implicación personal con el acusado. Hablo de un siglo I en el que los senadores buscan no ser juzgados por jueces independientes y por eso crean un tribunal especial compuesto por otros senadores. Yo hablo del siglo I, pero cualquier día escribo una novela de la actualidad...

"Fue el primero que incentivó los préstamos bibliotecarios, que los lectores se llevaran los papiros a casa"

–¿Se atreve a establecer un paralelismo de Julio César con algún personaje de la actualidad?

–Lo podría comparar con Zelenski, a fecha de hoy, aunque habrá que ver la evolución de este personaje. Todos esperábamos, y especialmente en Bruselas, que se refugiara en una estupenda residencia, lejos de su país, desde el primer minuto en el que los rusos cruzaran la frontera, e intentar un gobierno desde el exilio, que habría propiciado la rápida caída de Ucrania. Pero no lo ha hecho, y encima se pone el casco, consiguiendo estropear los planes de Putin, que pensaba que iba a ser como Hungría en el 56 o Praga en el 68, y también ha cambiado los planes de todo Occidente. ¿Cómo no ayudar a alguien que se está jugando la vida? Y, como Julio César, lo ha hecho un hombre solo.

–¿Y Putin?

–Lo tengo claro: Putin sería Sila [el dictador romano], con la única diferencia de que éste se deshacía de sus enemigos enviándoles unos esbirros y no Polonio 210.

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