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Pilar Fraile | Escritora

"Nos estamos tratando a nosotros mismos como si fuéramos productos"

  • La autora narra en 'Días de euforia' una historia distópica pero muy cercana, marcada por la omnipresencia de la tecnología y la fragilidad de los vínculos personales

La escritora Pilar Fraile (Salamanca, 1975).

La escritora Pilar Fraile (Salamanca, 1975). / Pedro Campoy

Pilar Fraile, con Días de euforia, es la primera escritora que gana el Premio de la Crítica de Castilla y León. Publicada por Alianza Editorial, en la premiada novela la autora salmantina muestra un futuro marcado por la incorporación definitiva de las nuevas tecnologías a nuestras vidas y la fragilidad de las relaciones personales. Es Días de euforia una obra que navega en la frontera de los géneros: entre la distopía, la radiografía y la ciencia ficción, a través de un grupo de personajes –una experta en big data, un broker y una especialista en reproducción asistida– que pueden entenderse como símbolos de una sociedad marcada por un descontrolado deseo de acaparación, control e información. Personajes en conflicto, con ellos mismos y con su entorno, tanto laboral como personal, cuando asumen que han perdido el mando de sus propias existencias.

–Su novela trata sobre un posible futuro, pero en realidad se parece mucho a este presente. ¿Distopía, realidad?

–La novela se ajusta a lo que los anglosajones denominan near near future narrative, porque el mundo que describe es, como decía Ballard, el de dentro de cinco minutos. Y ocurre es que en los últimos meses se han acelerado tanto los acontecimientos que lo que hace menos de un año parecía distópico, hoy no lo es tanto. La influencia de la tecnología en nuestras vidas se ha disparado y, al ser este uno de los temas principales de la novela, lo que en el libro se plantea como perteneciente a un futuro cercano ya casi es real.

–En su crítica al capitalismo, el deseo se convierte en la puerta que le abrimos a la desmedida fantasía de la posesión...

–El capitalismo hace mucho tiempo que sabe que la mejor manera de hacer que la rueda gire a su favor es convertirnos en una máquina de deseo y adelgazar nuestra parte moral y racional y, una vez conseguido esto, dirigir estos deseos al lugar que beneficie al capital. Los personajes de la novela son víctimas de esta ingeniería del deseo, como nosotros, me temo.

–Sus personajes mantienen relaciones personales muy frágiles, que se desmoronan a las primeras de cambio.

–El interior de estos personajes ha sido colonizado de manera salvaje. Así que carecen de los recursos más básicos de autodominio o de reflexión y enseguida necesitan un apoyo externo. Han dejado de ser autónomos en la gestión de su propia sentimentalidad.

–El miedo también está muy presente en la novela como una poderosa arma de control.

–Sí, claro. Esto no es nuevo, lo que sí es novedoso es el contenido de los miedos de estos personajes de nuestro casi presente. Ellos viven en un mundo en el que no se le teme tanto a la muerte o a la enfermedad; se le teme, sobre todo, a la sensación de fracaso. Puede parecer que ese es un miedo menor, pero es terriblemente poderoso, sobre todo si no tienes una identidad fuerte, que es lo que les sucede a estos personajes y a los habitantes de las sociedades liberales de Occidente.

–El poder de la información, la utilización que se hace de ella, es otro elemento que analiza en Días de euforia...

–Es uno de los grandes temas del presente-futuro. Se da la paradoja de que casi todos los personajes creen estar muy bien informados, sobre todo el personaje de María, analista de big data. Los acontecimientos les irán enfrentado con la evidencia de que ni disponen de todos los datos, ni los datos son neutros, ni tampoco son suficientes para dirigir sus vidas.

–¿Qué representan los personajes de su novela, qué ha querido mostrarnos con ellos?

–Los personajes son, por una parte, arquetipos de distintas posiciones ante los males que nos aquejan: el avance de la tecnología, la mercantilización de todos los aspectos de la existencia, la creciente incertidumbre acerca del sistema económico o del hundimiento ecológico. Tenemos desde un personaje que tiende a las teorías de la conspiración a otro que se dedica a la búsqueda del placer inmediato a todo coste. Pero, y esto fue sorprendente para mí, sus voces son también muy singulares. Cuando escribí el libro, eran tan fuertes que me costó mucho mantener la estructura de novela coral, todos querían dominar el discurso sin escuchar demasiado a los demás. En esto también se parecen mucho a nosotros.

–Como en Las ventajas de la vida en el campo, su anterior obra, el entorno condiciona la historia, y muy especialmente a los personajes...

–Los elementos materiales que nos rodean son esenciales para determinar quiénes somos y cuáles serán nuestras reacciones. Por otro lado, encuentro que la ambientación es esencial para la construcción de la trama. En Las ventajas de la vida en el campo tenía tanto peso que funcionaba casi como un personaje más. Quizá en Días de euforia su papel no es tanto de personaje sino de ancla y guía de la acción.

–Expone en Días de euforia nuestra manifiesta incapacidad para mostrarnos, no querer vernos, y también no querer asumir nuestros errores o carencias.

–Cuanto más mostramos en las redes sociales, más ocultamos. Hemos interiorizado la lógica perversa de la publicidad: si tú tienes que vender un producto que es muy sabroso, por ejemplo, pero que aumenta el riesgo de producir diabetes o de empeorar la enfermedades coronarias, lo que vas a mostrar es obviamente su magnífico sabor y vas a ocultar el resto de sus propiedades que quedarán bajo de la alfombra causando problemas de forma soterrada. Creo que eso podría servir de símil de lo que nos pasa, nos esforzamos en mostrar lo que la sociedad considera adecuado, lo positivo, y a ocultar el resto de cosas que nos suceden hasta que son inasumibles. Nos estamos tratando a nosotros mismos como si fuéramos productos.

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