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Víctor del Árbol. Escritor

"No está escrito en ninguna parte que el héroe deba tener éxito"

  • El autor de las aclamadas ‘La víspera de casi todo’, Premio Nadal, y ‘El hijo del padre’ regresa con su novela más negra, ‘Nadie en esta tierra’.

  • Inaugura la primera edición de Mairena Black.

El novelista Víctor del Árbol (Barcelona, 1968).

El novelista Víctor del Árbol (Barcelona, 1968). / D. S.

–¿Es Nadie en esta tierra su novela más negra?

–Lo es, al menos, de manera más clara. Aquí hay cuatro crímenes y un policía acusado de cometerlos y que está dispuesto a llegar hasta el final para demostrar su inocencia. Hablamos de la corrupción de la fraternidad de los intocables y entramos en el mundo de la delincuencia en el que intervienen tanto las clases sociales altas, la perversión más refinada con los ambientes más sórdidos de la pobreza, los bajos fondos y la violencia más brutal. No sabemos si los culpables serán descubiertos y desde luego, no sabemos si serán castigados por la ley. Se trata de una lucha entre dos formas de afrontar la realidad: nos vamos a encontrar personajes cínicos y desencantados frente a otros que creen obstinadamente que merece la pena seguir peleando por un mundo un poco más justo. Un poder establecido corrupto y enfermo frente a un puñado de seres anónimos que no doblan la rodilla ante lo que hemos llegado a considerar inevitable. Creo que Carver o Ellroy estarían de acuerdo.

–En todas sus novelas el pasado cuenta con un peso importante, pero en Nadie en esta tierra es aún mayor.

–Como dice el padre de Julián Leal, “hay que tener cuidado con el pasado, porque buscando las raíces acabarás encontrando la tierra”. A finales de los años 70 y en los primeros años 80, la sociedad gallega –y la española– sufrió una terrible pandemia, la llegada masiva a nuestras costas de la cocaína procedente de Colombia, vía México. Esa plaga transformó el ecosistema de muchos pueblos y ciudades y se llevó por delante a buena parte de una generación que salía de la Dictadura y buscaba libertad. Julián Leal y la cuadrilla del Cruceiro, esos cinco amigos de la infancia, lo vivieron en primera persona.

–Julián Leal tiene mucho del héroe, en su concepción más esencial, pero también del perdedor que ya no tiene miedo a nada.

–El camino del héroe se ha vuelto mucho más difuso. Primamos a los triunfadores y no está escrito en ninguna parte que lo heroico, para serlo, debe tener éxito. Aquí, los verdaderos héroes tienen vidas corrientes, sin épica, están sujetos a las emociones más primarias, el deseo, la ambición, el miedo, la rabia, pero que no caen en el relativismo moral. Julián hace honor a su apellido. No tiene nada que perder y sí algo que ganar: darle un último propósito a su vida.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

–Hay una profunda reflexión sobre el bien y el mal, que son conceptos muy interpretables, por otra parte.

–Son interpretables como categorías, pero no podemos afrontarlos desde el relativismo moral. Aunque Julián Leal sea el protagonista, aparece ante él una misteriosa e inquietante voz, un narrador en primera persona, cuya identidad desconocemos que nos narra los hechos desde otro punto de vista, tipo El talento de Mr. Ripley, un asesino culto y cínico que nos invita —nos tienta—a abandonarnos a lo evidente, que pretende liberarnos de toda carga moral y ética. Siguiendo su estela, tan liberadora y atractiva, acabamos normalizado la crueldad, el asesinato, incluso este monstruo se va humanizando ante nuestros ojos perplejos. Frente a él, un héroe discreto, poco atractivo, pero necesario. Aquel que dice que no todo vale, aquel que incluso en la oscuridad más absoluta, nos demuestra que hay un resquicio para la luz.

–El poder, en su novela, no es precisamente un instrumento para cambiar las cosas… Más bien de control.

–Aparece aquí una misteriosa fraternidad de los intocables, unos pocos que han alcanzado esa cima en la que las reglas que rigen para la mayoría no van con ellos. Esa es la verdadera naturaleza de ciertas formas de poder, superar toda limitación moral o ética, relativizarlo todo, convertirnos en daños colaterales o en números. El poder se convierte en esta novela en una compleja tela de araña que tiende su red desde el DF mexicano a la mismísima sede del poder democrático en España, y que atrapa y destruye cualquier vestigio de amenaza. Sin pasión, frío, implacable. Y frente a esa gigantesca telaraña hay otro poder, el que cada uno de nosotros lleva dentro, a condición de estar dispuesto a pagar el precio de ese enfrentamiento en el que nos jugamos mucho más que la vida.

"En pocos años el ‘noir’ español va a ser un referente europeo. Hay autores del género que hacen alta literatura"

–¿La novela negra puede ser lo más parecido a la novela social de la actualidad?

–Con el paso de los años, la novela policíaca ha evolucionado hacia formas narrativas más complejas. Ya no basta con la resolución del misterio planteado, ni podemos conformarnos con la denuncia social desde un punto de vista maniqueo. Al escribir este tipo de novelas intentamos comprender los conflictos del ser humano, sus contradicciones más íntimas. Y entrando en la profundidad del individuo entramos sin duda en la complejidad de una sociedad que necesita preguntarse a qué referentes sigue, dónde ponemos el límite de lo tolerable, si acaso no hemos abandonado a los héroes de verdad para idolatrar simplemente a los triunfadores. En este espectro, la novela negra es imbatible.

–Es el encargado de inaugurar mañana Mairena Black, que es el primer festival de novela negra de Sevilla. ¿La pujanza actual del género es circunstancial o ha venido para quedarse?

–Para mí es un honor abrir este encuentro, llamado a convertirse en un referente del panorama nacional por su concepción, que da protagonismo al lector como parte actuante y que propone mesas que van más allá de las presentaciones de libros. La novela negra va estrechamente ligada a la realidad, aunque la multiplique o la reduzca a través de la ficción. Eso significa que mientras exista la violencia social, la criminalidad en sus muchas formas, y la necesidad de entender qué nos pasa y por qué, será necesario este tipo de novela. Se da, además, la feliz circunstancia, de que hemos encontrado una grandísima generación de escritores que abordan trama, intriga, misterio, tensión desde la vocación de la alta literatura, y lo hacen sin complejos, empeñados en demostrar que quedó atrás esa visión despectiva de que lo popular no puede ser literario. Estoy convencido de que este hacer –compaginar intensidad y ritmo, técnica y profundidad, entretenimiento y reflexión– va a situar el noir español como un referente europeo en muy pocos años.

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