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Enrique Fuenteblanca. Poeta.

"Siempre me interesó la poesía que tiene algo de pensamiento haciéndose"

  • El sevillano, ganador de la última edición de Ucopoética, presenta hoy 'Des-naturalizaciones' en un recital en La Carbonería en el que también participa su hermano Juan F. Rivero

El poeta y artista visual Enrique Fuenteblanca (Sevilla, 1996).

El poeta y artista visual Enrique Fuenteblanca (Sevilla, 1996).

A finales de octubre, el sevillano Enrique Fuenteblanca ganaba la última edición de Ucopoética, un certamen que se ha convertido en referente y punto de encuentro de la mejor poesía joven. Meses antes, el autor había sorprendido con un primer poemario, Des-naturalizaciones (Liberoamérica), en el que mostraba una voz tan reflexiva como audaz, tan hermosa como comprometida. "La fiesta no puede quedar al margen de la política", proclama en sus versos, en los que se rebela contra los cánones establecidos y busca su verdad en los reversos: en su mirada, por ejemplo, la boca  abierta del Papa Inocencio X resulta más real en sus pinturas, y los cuadros "sucios" de Francis Bacon funcionan como espejo; las manos, y no ese pene al que el mundo parece rendir culto, "son el órgano sexual más puro / y no distinguen a los sin género, ni a los trans, /ni a las bolleras, ni a los maricas; / las manos que fueron símbolo del obrero / y de la madre que cuida día tras día". Un libro en el que Fuenteblanca se interroga sobre el arte, la identidad, el amor y la vida y que presentará hoy, a las 12:00, en un recital en La Carbonería (Céspedes, 21) en el que también leerá su hermano Juan F. Rivero, autor de otro de los títulos destacados de este año, Las hogueras azules.

–Entre otros asuntos, Des-naturalizaciones trata de la búsqueda de una "normatividad alternativa", se rebela contra los códigos impuestos.

–Considero que en Des-naturalizaciones se busca, más que una normatividad alternativa, desnaturalizar ciertas conductas y constructos culturales que han sido normalizados por las diferentes formas del poder. Para ello, es necesario repensar la masculinidad, el cuerpo, la sexualidad, el arte. También es necesario formular ciertas dudas: ¿es deseable otra normatividad? ¿Acaso podemos prescindir de ella? No son cuestiones simples y, por ello, no creo que exista una respuesta sencilla. En última instancia, me interesa lanzar estas preguntas al lector, cuestionarme si es posible enfrentarse al mismo concepto de normatividad desde una posición radical en el sentido etimológico de la palabra. Creo que, precisamente, la clave está en rebelarse frente a los "códigos impuestos". Parto de la idea de que no aceptar el código es, de alguna forma, rechazar la participación en un juego construido para que siempre ganen los mismos. Por ello, hablo del juego del arte, de la sexualidad, de los roles de género, de la fiesta, etc. Quizás, de esta forma, se pueda evidenciar la injusticia de sus reglas.

–"La filosofía es tan necesaria como el oxígeno / analizar es un acto de guerrilla", dice uno de los poemas. Es un libro en el que la reflexión está muy presente, en el que dialogan pensamiento y cuerpo.

–Siempre me interesó la poesía que tiene algo de pensamiento haciéndose. Se trata de una máxima que ha marcado mi concepción de lo poético. Por ello, en Des-naturalizaciones buscaba acercar la poesía a otras formas de creación, escritura y pensamiento. A la filosofía y al arte por supuesto, pero también a una reivindicación de la gestualidad y el cuerpo. Por esta razón, es un poemario que a veces ha sido descrito como un poemario-ensayo, fórmula que he terminado utilizando yo mismo y que me permite aproximarme a artistas que considero referentes. Pienso en los artefactos poéticos de Anne Carson o Zurita, en el cine de Pasolini o en la música de Morente. Creo que la poética de la hibridación artística tiene algo de política, de pensamiento y de reivindicación de otra concepción de los relatos artísticos, algo que siempre me ha interesado.

"A menudo se usa la idea de lo nuevo para enmascarar que algo es una mera actualización de lo de siempre"

–En una entrevista reciente, reconocía que no le interesaba la idea de nueva masculinidad, que le atraía más dinamitar el concepto de lo masculino, hacerlo saltar por los aires.

–El adjetivo nuevo frecuentemente me produce desconfianza. A veces tengo la sensación de que utilizamos la idea de lo nuevo para enmascarar que algo es una mera actualización de lo de siempre. A menudo, encuentro discursos sobre nuevas masculinidades que quedan en un plano superficial o que no se enfrentan al problema de la masculinidad de forma estructural. Creo que el problema de la violencia patriarcal y hetero-normativa tiene que ver con una concepción excluyente del género, que no acepta la diferencia y que, en consecuencia, intenta destruirla. Me pregunto hasta qué punto es necesaria una nueva masculinidad, o si la nueva masculinidad es poco más que una defensa de los cuerpos que ostentan el poder social. Creo que sería más sensato replantear no sólo la idea de identidad de género, sino la idea de identidad en sí misma y buscar formas de autoafirmación menos nocivas y más respetuosas con las ideas de lo común, lo plural, lo diferente, lo otro.

–Recupera una cita de Pasolini, en la que el director y poeta defiende "el placer de ser escandalizado". ¿Son malos tiempos para una lírica que desafíe, que incomode?

–En Las cosas como son y otras fantasías [con el que su autor ganó el Premio Anagrama de Ensayo], Pau Luque habla de las favolettes: una suerte de cuentos de hadas para adultos que, teniendo pretensión moral carecen de verdadero interés moral; no pretenden incomodar al espectador. Creo, siguiendo la estela de Pau Luque, que la industria cultural está dominada por las favolettes y que la mayor parte de los espectadores sienten que viven en un mundo lo suficientemente incómodo para querer consumir, y utilizo conscientemente esta palabra, obras culturales que los incomoden. Por otra parte, el sistema capitalista es muy eficiente apropiándose de aquello que, en un primer momento, pueda suscitar escándalo o incomodidad. Creo que debemos rechazar esta apropiación, resistir desde las posiciones que contestan a este sistema y no ceder ante los mecanismos de comercialización de los discursos y las etiquetas.

"No aceptar los códigos impuestos es renunciar a un juego planteado para que ganen los mismos"

–Hoy leerá con su hermano. Es curioso, pero Des-naturalizaciones y Las hogueras azules parecen en principio propuestas muy dispares. ¿Ve hilos en común?

–Se trata de un evento que esperamos con muchísima ilusión. Creo que Las hogueras azules es un libro precioso, que he tenido la suerte de ver evolucionar durante el proceso de escritura. Sin duda, existe una diferencia formal en ambas propuestas poéticas, pero creo que los lugares comunes son muchos más numerosos de los que se ven a simple vista. Me gusta mucho pensar que en ambos libros existe de forma latente una reivindicación de la ternura y la fragilidad del mundo que nos rodea, de nuestra propia presencia en él. Hay dos miradas diferentes, pero esta diferencia no es una oposición. Más bien establecen un diálogo y una creencia compartida en las posibilidades de la palabra poética para enfrentar la inefabilidad; para crear, desde la escritura, un espacio común en el que celebrar la vida.

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