Poder, política y cultura | Crítica

Las conversaciones de Edward W. Said

  • Debate selecciona algunas de las intervenciones más enjundiosas que el gran intelectual palestino ofreció en medios de comunicación tanto de Oriente como de Occidente durante más de 30 años

El crítico cultural y ensayista palestino Edward W. Said (1935-2003).

El crítico cultural y ensayista palestino Edward W. Said (1935-2003). / D. S.

Un volumen que recopila las entrevistas a uno de los mayores intelectuales del siglo XX (junto con nombres como Todorov o los recientemente fallecidos Bloom y Steiner): Edward W. Said. Con el propósito de reunir casi 30 años de intervenciones en medios de Oriente y de Occidente, la editorial Debate publica este Poder, política y cultura. El conjunto trata una amplia variedad de temas acerca del pensamiento político, la literatura, la teoría literaria, la filosofía o la música. Apenas hay debate o disquisición sobre la cultura que se escape a este libro, a este conjunto de entrevistas que sirven para acompañar, para conocer en mayor profundidad, la idea de Said sobre los últimos 30 años de cultura en el siglo XX.

Edward W. Said nació en Jerusalén, aunque buena parte de su formación, y de su posterior carrera como investigador académico, se desarrolló en países de Occidente, principalmente en Estados Unidos (Princeton, Harvard, Yale, Columbia). Es así Said un pensador que bien conoce la realidad política y cultural de Oriente y de Occidente. Una realidad cuyo análisis fue una constante en sus estudios, como aquel ensayo publicado en 1978, Orientalismo, donde reflexiona sobre las relaciones de Europa y de Estados Unidos con Oriente, y sus repercusiones históricas, como la idea tópica y falsa que se ha generado de los países orientales por parte de Estados Unidos y de Europa, así como cierto colonialismo que favorecería política y económicamente la imagen que los occidentales tienen de su propia cultura. Desde un activismo pacifista y con intención de concordia, Said fundó, un año antes de morir, una fuerza política palestina en favor de los derechos de Palestina, sin incurrir en el terrorismo ni la violencia. Fue, principalmente, un humanista. Un humanista en el que convergen acervos culturales de aquí y de allá.

Poder, política y cultura se divide, con acierto de los editores, en dos partes: en la primera leeremos consideraciones de Said sobre la cultura; en la segunda, entre otros asuntos, apuntes y conversaciones sobre geopolítica y religión (y sobre todo sus relaciones, desde la perspectiva de Occidente y de Oriente). En 1986, en Nueva York, los periodistas Gary Hentzi y Anne McClintock le preguntan a Said acerca del exilio. Su respuesta es interesante. Para él, el exilio es una circunstancia para ser crítico, pues el exiliado, el "forastero" –término que toma de Matthew Arnold–, no se siente vinculado a ningún contexto ni a una cultura determinada. Dice Said: "Alguien que no está anclado en una clase, sino que va más o menos a la deriva". Junto con ese concepto de exilio, otros dos: el de "despatriamiento" y el de "secularismo". Tres caminos que, según Said, contribuyen a la formación del intelectual, pues ayudan a "estar dentro del mundo de los siglos, el tiempo y la historia, y no en el mundo teológico o sistemático o tomista de la alta teoría que ahora atrae a muchos intelectuales de izquierdas".

Un Said de los años 80 retrata a intelectuales coetáneos como Noam Chomsky y Harold Bloom, con los que convivió, a los que conoció personalmente. De Bloom comenta que es un pensador sionista que está a la derecha de la derecha, aunque advierta de que ese carácter no ha sido impedimento para la conversación amistosa y para el trato cercano y cordial.

Portada del libro. Portada del libro.

Portada del libro. / D. S.

En Chomsky, sin embargo, resalta mejores elogios, aunque también diferencias. De él dice que "es un hombre al que admiro mucho (...) su capacidad para no dejarse intimidar por ningún tipo de profesionalismo –ya sea filosófico, matemático o periodístico– realmente me ha estimulado, y también a mucha gente, a la hora de no dejar que las barreras disciplinarias nos desanimen o nos disuadan" (es muy probable que sea una afirmación con la que muchos de los lectores no estén de acuerdo). En esta misma conversación, Said se atreve a un pronóstico en la llamada cuestión de Palestina. Un pronóstico que aún, 30 años después, no se ha cumplido, y que hoy suena a utopía: "De cara a un futuro más lejano es interesante ver que algunos israelíes y palestinos piensan en la misma dirección, justo la que he mencionado antes: contra la idea de partición y a favor de intentar crear un Estado democrático judío/palestino".

Las palabras de Said a la pregunta de cuál ha sido el efecto de la guerra del Golfo en la política cultural árabe son significativas de la postura –crítica y rigurosa– que siempre mantuvo en tantos temas de alcance similar: "Casi todo lo que se publica ahora en los periódicos sobre el mundo árabe –siempre hay excepciones– tiene una motivación política, en el sentido más limitado y vulgar de la palabra. Para escribir tienes que estar afiliado a una línea concreta, a un régimen o a un dirigente. Si eres independiente, heterodoxo, creativo de alguna manera, es extremadamente difícil o imposible hacerte oír".

De Adorno a Proust, de la música clásica al reggae y el rock, de la influencia del marxismo occidental en la cultura de Oriente próximo al feminismo del fin de siglo. Este libro es un ensayo que une a lo largo de la conversación erudita numerosos ensayos y tesis de Said. Un libro complejo y poliédrico, que quizá tenga mayor interés en lecturas salteadas y en fragmentos dispersos del volumen. Si ya se conoce la obra del pensador, no será una lectura que siempre despierte atención y curiosidad, aunque haya páginas para subrayar y testimonios memorables; si no se conoce ni el contexto ni la obra del autor, es probable que nos sirva de compendio de una época, de valiosas consideraciones acerca del arte por parte de uno de los principales intelectuales del siglo XX, aunque haya áridos pasajes que quizá interesen más en los cerrados círculos académicos de ese tiempo. Pero Poder, política y cultura no deja nunca de ser una recopilación de eruditas respuestas e inteligentes preguntas que elevan el nivel del periodismo cultural.

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