De libros

La búsqueda incesante

  • 'Bajo el sol'. Bruce Chatwin. Sel. y ed. Elizabeth Chatwin y Nicholas Shakespeare. Sexto Piso. Barcelona, 2012. 560 páginas. 28 euros.

Con veintipocos años era ya un reputado especialista en arte moderno, trabajaba como bien remunerado asesor para Sotheby's y tenía por delante una carrera prometedora, pero abandonó ese mundo -también los estudios de arqueología o las colaboraciones periodísticas con The Sunday Times- para dedicarse a viajar y contar sus viajes. Bruce Chatwin podría haber sido un mero aficionado, del mismo modo que otros aventureros o autodidactas atraídos por la literatura, pero sus libros lograron renovar el género y por ello se han convertido -como los de su buen amigo Patrick Leigh Fermor- en clásicos de la narrativa del siglo XX.

Proverbialmente esquivo, Chatwin no fue un seductor al uso, aunque quienes lo trataron -por ejemplo su editor, Tom Maschler, que ha equiparado su talento al de autores contemporáneos como Barnes, Amis o McEwan- coinciden en señalar el poderoso magnetismo que desprendía su personalidad entusiasta, entre luminosa y atormentada. Ya disponíamos en castellano de la excelente biografía que le dedicó Nicholas Shakespeare (Muchnik, 2000), a la que se ha sumado este interesantísimo volumen de cartas editado por el propio Shakespeare y por la viuda de Chatwin, Elizabeth, una mujer generosa que apoyó hasta el final a su marido pese a sus dilatadas ausencias y a su bisexualidad, que no era un secreto para nadie.

Bajo el sol recoge la vida entera de Chatwin, desde los años escolares hasta su postración por causa de la enfermedad maldita, entonces recién descubierta, que lo mató antes de cumplir los cincuenta. Cita Shakespeare una reveladora frase de Montaigne -"Cuando me preguntan por qué viajo, suelo responder que sé muy bien de qué huyo, pero no lo que busco"- que el "muchacho de oro" anotó en un cuaderno y resume la mezcla de curiosidad e insatisfacción que caracterizó su búsqueda incesante. Complementarias de la citada biografía, las cartas aquí reunidas dan fe de la fascinación de Chatwin por el nomadismo, de su devoción por la belleza y de su brillantez verbal e intelectual, pero también de su carácter narcisista, de su vulnerabilidad o de sus dudas e indecisiones, que lo hacen más grande.

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