De libros

El ángel devastado

  • Con esta lluvia. Annemarie Schwarzenbach. Trad. Daniel Najmías. Minúscula. Barcelona, 2011. 232 páginas. 14,90 euros.

Hija de una acaudalada familia suiza, Annemarie Schwarzenbach (1908-1942) llevó una vida intensa, errante y arrebatada que acabó demasiado pronto. Marcada por su belleza andrógina, padeció brotes esquizoides que no le impidieron doctorarse en Historia, ejercer como arqueóloga, periodista y fotógrafa, o escribir novelas y libros de viaje donde recreaba sus experiencias en Persia, Afganistán, Rusia, el Congo o los Estados Unidos. En Berlín se hizo amiga de Klaus y Erika Mann, que la apodaban Princesa Miro y cuyo padre, el autor de La montaña mágica, definió a Annemarie como un "ángel devastado". Buscó consuelo en los paraísos artificiales y se hizo adicta a la morfina, encadenó relaciones íntimas con mujeres y viajó por medio mundo sin encontrar el sosiego que sólo o apenas le daba la escritura. Deudora de Hemingway, a quien leyó y admiraba, sus libros combinan la ficción, los apuntes confesionales, la crónica periodística o de costumbres y un raro lirismo.

En España supimos de ella gracias a una apasionada biografía de Dominique Grente y Nicole Müller, publicada por Circe en los 90, pero ha sido Minúscula la que ha dado a conocer algunas de sus obras: Muerte en Persia, Todos los caminos están abiertos y Ver a una mujer, a las que se añaden los relatos reunidos en Con esta lluvia. Escritos a la vuelta de uno de sus viajes a Oriente, entre 1934 y 1935, los textos -inéditos hasta los 80- presentan a occidentales expatriados que han huido de Europa movidos por el afán de aventura o el rechazo de las convulsiones políticas, seres complejos y desarraigados que, como la autora, no responden al tópico de los turistas atraídos por el exotismo. Con estilo sencillo y directo, Schwarzenbach recrea escenarios y atmósferas muy sugerentes donde se alternan pinceladas descriptivas, alusiones a los conflictos de la época y un fondo existencialista, caracterizado por la insatisfacción y una radical extrañeza.

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