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Christian de Paepe | Catedráticio de la Universidad de Lovaina, filólogo y archivero

“En los autógrafos de Lorca el texto tiene una belleza como de pinturita”

  • El responsable del catálogo de la Fundación Lorca recibió esta semana un homenaje por su trabajo como creador de un mapa que guía a los investigadores por la documentación del poeta

“En los autógrafos de Lorca el texto tiene una belleza como de pinturita”

“En los autógrafos de Lorca el texto tiene una belleza como de pinturita” / R. G.

–El Centro Lorca le ha rendido esta semana un homenaje como responsable de la “cartografía” del archivo personal y literario del poeta. ¿Cómo se aborda una tarea tan ingente?

–Bueno, cuando me invitaron a colaborar este proyecto ya estaba en marcha aunque empantanado. La Fundación Federico García Lorca se fundó en el año 1984 y los familiares dejaron en depósito todos sus documentos, archivos, papeles, cartas, correspondencia, autógrafos... todo lo que tenían de su hermano o tío. Entonces la Fundación empezó a plantearse: ¿cómo vamos a estudiar, investigar, divulgar y dar a conocer todo lo que tenemos? Decidieron lanzar una revista, el Boletín, y el proyecto de un catálogo general de los fondos. Eso ocurrió cuando yo estaba trabajando en ediciones críticas del Poema del cante jondo y el Romancero gitano y contaron conmigo.

–¿Cuál fue la dificultad que empantanó el proyecto?

–Estaban sumergidos o ahogados por tanto, tanto y tanto material cuando me sumé al trabajo. Dividendo en partes pudimos finalmente vencer al dragón: una cabeza, un brazo, una pata.... La división la hicimos por géneros literario: poesía, teatro, prosa. Luego correspondencia y todo un volumen de documentación varia: figurines, dibujos, trajes, cartas perdidas, propagandas, afiliaciones, papeles económicos, impuestos, huellas dactilares, pasaportes... Un montón de cosas de varia índole. Hay hasta una carta escrita en un papel que es parte de un árbol seco. Son cosas muy curiosas. Y finalmente editamos la biblioteca, pero eso estaba preparado ya por Manuel Fernández Montesinos, el sobrino, que la había estudiado como tesina de licenciatura de Filología Hispánica en Madrid.

–Además de un trabajo arduo fue largo. ¿Cuántos años tardaron en esa catalogación?

–Estos ocho volúmenes vieron la luz desde 1991 –aunque puede que me equivoque porque tengo muchos años ya– hasta el último volumen, por el año 2005, unos quince años de trabajo continuo.

–¿Qué pasa con el material que se ha añadido en estos 15 años? ¿Desde 2005 qué ha aparecido, se ha podido adquirir o han donado?

–De todo eso que usted dice hay. Existía un fondo de depósito inicial y luego vinieron otros documentos, sobre todo correspondencia de amigos que luego mandaron a la familia para guardarla o para describirla. También hay elemento de amigos, colegas, compañeros...

–¿Ese es el trabajo queda aún por hacer?

–Nosotros sólo nos limitamos a la descripción de papeles hasta 1936, que es el año de su muerte. Lo que hoy se podría hacer es seguir digitalizando todo, escaneándolo y completándolo. Estamos en 2020 y no sé si hay mucho material propiamente lorquiano nuevo, eso no lo creo, pero hay mucho estudio y sobre todo muchísima prensa. Y tampoco está publicado todo el fondo fotográfico. Queda mucho por hacer mucho, aunque yo ya no voy a hacerlo porque estoy viendo el final.

–Esperemos que no sea así aunque es lógico que a sus 82 años prefiera pasar el testigo de un proyecto tan ingente para disfrutar de placeres como la lectura y la relectura.

–Sí, ahora hay otras personas que encabezan el Centro Federico García Lorca a los que les incumbe hacer esto.

–Imagino que los estudios académicos sí estarán todos más o menos disponibles o indexados en catálogos de universidades pero el material de prensa, sobre todo previo a la digitalización de los medios, será más difícil de encontrar.

–Sí hay mucho de aquellos años en los que la Fundación estaba en Madrid. Se han hecho recortes de toda la prensa española. Una de las cosas que habría que hacer para el futuro es escanear y digitalizar artículos de prensa de revistas de poca circulación. Se ha escrito mucho sobre Federico pero a veces en pequeñas revistas. ¿Quién las tiene y dónde se conservan?

"Dividiendo por partes pudimos finalmente vencer al dragón: una cabeza, un brazo, una pata...”

–¿Cómo se catalogaría ese nuevo material?

–Podría hacerse una especie de fondo suplementario al catálogo. Es otro mapa, porque ahora hablan de esa cartografía que es un término que yo no he inventado aunque me he visto figurar como cartógrafo cuando yo pensaba que era catalogador (risas).

–Sorprende la cantidad de cartas que tiene Lorca.

–Efectivamente se carteaba bastante. Sobre todo él recibía muchas cartas. Uno de los volúmenes del catálogo es la correspondencia de Federico a sus familiares cuando joven y residía en Madrid y cuando vivía en América. Pero hay más de 1.000 cartas recibidas de correspondencia de otros amigos. Eso es lo más importantes, más que la suya propia a otros.

–Aunque las de Lorca tendrán el plus del valor literario.

–Sí, no sólo son comunicativas sino también estéticas y literarias. Escribía muy bien. Además, sólo con haber visto un autógrafo de Federico se aprecia que el propio texto, el papel, la escritura, la tinta... todo es de una belleza como de pinturita. Son como dibujitos particularmente bonitos.

–Después de tantos año viendo textos de Lorca y catalogando toda su vida y obra, ¿cuál es su documento favorito?

–Lo que me ha dado la mayor sorpresa en mi andadura lorquiana es encontrar en el año 1998 en Amberes un autógrafo manuscrito de Federico García Lorca. Como estaba perdido y de pronto pude encontrarlo e incluso exponerlo en Amberes en 1999, para mí este documento tiene un particular interés y emoción ¡Quién iba a pensar que aquí, en mi patria, en Flandes, íbamos a encontrar un documento auténtico de Federico!

–¿Cuál es el contenido de ese autógrafo?

–Es parte del Poema del cante jondo, una sección que se llama Gráfico de la petenera. Precisamente para mi tesis trabajé en esta obra y para preparar una edición crítica sólo disponíamos de la traducción francesa publicada en 1924 en París, que fue la primera publicación extranjera de Federico García Lorca. Fue en Francia en una revista de joven literatura española pero en traducción. O sea, que estaba perdida aquella versión original del Gráfico de la petenera y mire por donde tantos años después esto salta a la luz. Como investigador de Lorca y del libro Poema del cante jondo fue una enorme alegría, como se entenderá.

–¿Qué extensión tiene?

–Cinco hojas escritas a puño y mano de Federico y pudimos averiguar que de verdad es auténtico porque el entorno en el que se encontraba el texto era la documentación autógrafa de varios poetas de la futura Generación del 27 que habían sido publicados ya en 1924 en Francia como grupo.

–¿Cómo llegó de París a Amberes?

–La revista desapareció y todos los documentos también estaban perdidos o escondidos. Y en algún momento fueron, no sé como, depositados en Amberes y allí los encontré. Casualidades o coincidencias o lo que llaman la suerte del que está investigando, que encuentra de pronto una cosa que no busca.

–Y, ¿cómo fue ese hallazgo fortuito?

–Me comentaron que habían oído que en Amberes alguien conservaba un autógrafo de Lorca. Yo me eché a reír, pero sí. Tenía algo que me decía que podía intentar averiguarlo. Cuando vi todo el conjunto de documentos que iba con el poema desde luego pude confirmar la autenticidad el documento.

–¿Quién se lo comentó? Lo típico de un colega de profesión que conoce a un colega, que conoce a un colega...

–Pues sí, efectivamente así fue. Alguien con quien estaba trabajando para la exposición y que es traductor de Federico García Lorca.

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