Con la Venia

Que nos quiten lo bailao. Por Yolanda Vallejo

  • Hablemos claro. Hace un año ni usted, ni yo, ni el lucero del alba que bendice cada amanecer de esta ciudad teníamos la menor idea de lo que era la Sail GP, tanto que estuvimos llamándola –políticos incluidos- «seilyepí» hasta que caímos en la cuenta de que éramos un poco catetos y que nos habíamos inventado el nombre, porque al campeonato de motos no le decíamos Moto Yepí, y nos dio vergüenza enterarnos de lo que significaba GP, admitiendo que lo de Gran Prix nos recordaba a más a Ramón García y sus vaquillas que a un campeonato deportivo. Reconózcalo, usted también pensó que se trataba de una regata –si no una Gran Regata, al menos algo parecido- y hasta preguntó qué veleros participaban y cuándo se podrían visitar.

  • Pero como en esta ciudad somos mucho del donde dije digo, apenas once meses después de aquello, no hemos tenido inconveniente alguno en sacar al experto en catamaranes –catamaranes voladores, para ser más exactos- que todos llevamos dentro, y ahora -¡sujétame el cubata!- no hay quien le sople a la hora de explicar cómo va la competición, cómo se maneja un F50, dónde están los puntos estratégicos para ver las carreras y cualquier otra cuestión, mayor o menor, sobre la organización de la «Fórmula 1 del mar» que es como llaman a esto los que entienden, que a estas alturas de la historia, para qué vamos a andar con remilgos, somos todos. Como si nos hubiésemos criado con Jordi Xammar o Florian Trittel –obviamente, he buscado sus nombres en Google-, oiga, que si hace falta echarle una manita con los Foils o los Crews, no tienen más que decirlo, no les vaya a pasar lo del año pasado y se les vuelque el catamarán antes de iniciar la competición.

  • Hay quien piensa que no lo tuvimos que hacer demasiado mal hace un año cuando la organización nos ha confirmado como sede del campeonato durante, al menos, dos años más. Y claro que no lo hicimos mal, pero tampoco nos costó mucho esfuerzo, ni tampoco pusimos mucho empeño. Verá. La Bahía se vende sola cuando hablamos de imagen y de localizaciones espectaculares; no es lo mismo tener un campo de regatas con una ciudad como Cádiz, y un frente de tierra atestado de gente como telón de fondo, que hacerlo en otro lugar donde a la gente le importa tres pitos si los catamaranes vuelan o no. Aquí somos así de agradecidos, mire usted. Nos ponen por delante dos banderitas, unos vasos de agua de grifo gratis y una cámara a la que saludar como si no hubiese un mañana, y nos tiramos a la calle desde por la mañana hasta por la noche. Usted sabe, igual que yo, que nos conformamos con poco, y si vemos a una azafata –o azafato- sonriendo no nos lo pensamos dos veces «muchacha, ¿aquí dan algo?» y nos ponemos en cola por si suena la flauta y nos llevamos a casa una carpeta, o una bolsa, o quién sabe, una camiseta con la que luego podemos hacer una mudanza o ir a un ensayo de comparsa.

  • Así es muy fácil, la verdad. Y no lo digo como crítica, sino todo lo contrario. Cuando la virtud emana directamente de la necesidad es cuando hay que plantearse que los análisis DAFO no sirven para nuestra ciudad. Nuestra fortaleza, al menos en esto, es justamente nuestra debilidad; somos actores de reparto, personajes sin texto en un teatro que cambia de programa continuamente. Unas veces salimos en una procesión magna, otras veces asistimos a paseos coronados o llenamos el teatro, vamos a manifestaciones, despedimos buques agitando los brazos tras la verja del muelle, aplaudimos campeonatos de deportes en la playa, incluso corremos maratones si es necesario. Somos, lo que se dice, una compañía de cómicos bastante apañada, que lo mismo servimos para el drama que para la alta comedia, pasando por el vodevil. 

  • No tenemos más recompensa que la autocomplacencia de decir al día siguiente «cómo estaba la calle», «no había sitio en los bares», «tuvimos que volver andando de la gente que estaba esperando el autobús» –bueno, eso lo podemos decir cualquier día, usted lo sabe-, «no cabía ni un alfiler»... y todo ese mensaje triunfalista que luego aprovechan nuestros dirigentes para decir que todo ha sido un éxito. Una y otra vez, como el día de la marmota.

  • Por eso, el programa de actividades presentado por nuestro Ayuntamiento y por la Diputación, como complemento de la Sail GP me parece todo un acierto, porque no deja lugar para la sorpresa. Cuando algo funciona, mejor no tocarlo, dicen por ahí; es una cuestión de actitud y de estrategia. En esta ocasión, ni siquiera tenemos que ensayar el papel que nos han asignado porque nos sabemos la obra de memoria, Flamenco, Carnaval y batucadas ¡qué más quieres, Cádiz! Más de setenta actividades programadas para el fin de semana que culminará hoy cuando las últimas embarcaciones lleguen a la meta.

  • Luego nos volveremos a casa, con las banderitas, los vasos de agua y, si hemos tenido suerte, quizá con alguna gorra o una camiseta, y la certeza de haber salido en la tele saludando. Mañana será otro día. Otro día para hacer cuentas, para intentar gastar lo menos posible en luz, para pensar qué le vamos a echar a la olla para que pite, para quitarnos el maquillaje y volver a lo de siempre.

  • Hablemos claro, no es esto lo que nos dijeron que seríamos, pero qué quiere que le diga, que nos quiten lo bailao.