Cómics

¡Y nada más que la verdad!

  • Concluye 'Black Hammer', la serie de Jeff Lemire y Dean Ormston que nos ha tenido pegados a sus páginas, y nos desvela por fin el gran secreto

Una imagen de la última entrega de 'Black Hammer'.

Una imagen de la última entrega de 'Black Hammer'.

El mercado de la grapa norteamericana, bautizada como comic-book, lleva años inmersa en una silenciosa guerra. Las estanterías de las librerías yanquis están repletas de coloridos títulos, con brillantes portadas, que tratan de llamar la atención de los indecisos compradores. Las dos grandes editoriales que copan el mercado, Marvel y DC, lanzan todos los meses infinidad de títulos, colecciones, regulares, miniseries, eventos especiales, etc…

Es por ello que, pese a la calidad media de la mayoría de estos títulos, casi todos pasan a mejor vida, debido a la brutal competencia o simplemente porque el comprador medio carece de los recursos económicos para llevarse más de un título (el precio de un comic-book va de los 3.99 a los 4.99$).

Entonces la situación de las editoriales independientes se recrudece, enfrentadas a dos colosos respaldados por sendas megacorporaciones del ocio, por lo que se intenta es que los títulos que salen a la calle tengan la mayor calidad, para así poder atraer a nuevos lectores.

Es por ello que cuando nace una serie como Black Hammer, de la que todos hablan en los últimos tiempos, no queda otra que elogiar el talento de sus creadores, el guionista canadiense Jeff Lemire, un artista con una capacidad de trabajo brutal, que hace que lleve adelante varias miniseries (Royal City, Gideon Falls, Ascender, Family Tree) sino que escriba obras para Marvel o DC…

Junto a él, un dibujante, Dean Ormston, con una sólida carrera a sus espaldas, que ha desarrollado gran parte de su producción en el tristemente desaparecido sello Vertigo Comics (Los libros de la magia, Lucifer…).

Pues bien, del talento de estos dos nombres nace Black Hammer que, en resumidas cuentas, para aquellos que aún no se hayan dejado seducir por su argumento, voy a resumir: encontramos a sus protagonistas, Abraham, Gail, Barbalien, el coronel Weird y la robot Walky Talky viviendo en una granja. No tiene rejas, pero se ha convertido en una prisión para estos, los que fueran los mayores héroes de Spiral City, ciudad a la que salvaron de la aniquilación cuando fue atacada por el todopoderoso Anti Dios y tan sólo la valentía de Martillo Negro decantó la balanza hacia la esperanza, dejando al resto de sus compañeros en este lugar de que quieren salir por todos los medios…

Pues bien, a lo largo de los tres volúmenes anteriores hemos sido testigos de la angustia que padece la niña Gail, una adulta atrapada dentro de un pequeño cuerpo, el amor otoñal de Abraham, la encubierta sexualidad de Barbie y el ir y venir del enajenado Coronel Weird que, junto a el único miembro del grupo de héroes que no vive en la granja, Madame Libélula, parece poseer la respuesta a la preguntas que nos asaltan desde el primer número.

Pero esto no es todo, ya que Lemire, junto a una legión de autores, entre los que cabe nombrar al español David Rubín, ha creado un auténtico universo superheroico a base de miniseries que Astiberri está publicando con asiduidad, visto el gran éxito de la serie madre en nuestro país: Sherlock Frankenstein y la Legión del Mal, Doctor Star y el reino de los mañanas perdidos, Calles de Spiral… Y las que aún quedan, ya que sobre este universo, sus héroes y villanos, aún queda mucho que contar (Skulldigger and Skeleton Boy, Black Hammer'45, Coronel Weird: Cosmagog).

Pues bien, llegados a este punto me hallo ante una encrucijada muy importante, ya que no puedo contaros casi nada de lo que sucede en este cuarto tomo de la serie regular, la segunda entrega de La Edad Sombría. Tan sólo comentar que a raíz de lo ocurrido en el anterior volumen, el Coronel Weird va a experimentar el viaje de su vida, acostumbrado a vagar por la misteriosa Para Zona, llegará a un lugar nuevo, donde va a conocer a unos peculiares personajes, junto a los cuales tendrá acceso a la verdad con mayúsculas, la única posible.

En esta despedida, al dúo Lemire-Ormston se les une Rich Tommaso, que será el piloto que guíe el alucinante viaje de Weird.

Mientras tanto, ¿qué le ocurrirá al resto del grupo? Una vez caído el telón, expuestas las mentiras, ¿qué es lo que hay tras ese luminoso fulgor que los envolvió a todos? ¿Serán felices y comerán perdices o aún quedará un último sacrificio por realizar?

Todas estas y muchas más respuestas se encuentran dentro de esta última entrega de Black Hammer y os aseguro que, como lector, hace tiempo que no había experimentado tantas emociones con un cierre, tras sólo doce solidas entregas, y que confirma mi teoría de que las buenas historias deben tener su final cuando toca, sin dejarse cautivar por el éxito, y así alargar las tramas hasta la extenuación.

He aquí un final perfecto para una historia única, la de los héroes olvidados de Spiral City y su gran sacrificio.

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