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'Tu quoque, fili mi?'

  • Julio César es el principal antagonista de Astérix pero en este álbum cede su papel a su hijo Brutus, un militar romano caracterizado como un joven envidioso, desagradecido y rencoroso

Detalle de la portada del volumen.

Detalle de la portada del volumen.

La célebre frase latina Tu quoque, fili mi? (¿Tú también, hijo mío?) fue pronunciada por Julio César el día 15 de marzo del año 44 a.C., cuando vio que, entre los conjurados contra él, estaba Bruto, su hijo adoptivo, que sostenía un puñal para asesinarlo. Eran los famosos idus de marzo, que en el calendario romano supuestamente eran días de buenos augurios, pero no se cumplieron para Julio César…

Julio César es el principal antagonista de Astérix pero, en este álbum, César cede su papel a su hijo adoptivo Brutus, militar romano caricaturizado como un joven envidioso, desagradecido y rencoroso. Brutus participa también en los álbumes Astérix Gladiador, La Cizaña, y El Adivino, en los que aparece jugando con un puñal, en referencia al parricidio. Una escena similar aparece en el film Las doce pruebas de Astérix. En El hijo de Astérix, Brutus trata de asesinar al pequeño Cesarión, hijo de Cleopatra y Julio César, futuro faraón Ptolomeo XV (no Ptolomeo XVI, como dice erróneamente la traducción española).

A finales del año 34 a.C., Cleopatra se proclamó reina de Egipto, Chipre, Libia y la parte sur de Siria. Cesarión fue proclamado corregente de dichos países, rey de reyes, y heredero legítimo de César, pese a que César no lo había reconocido así.

En la historia real, fue Octavio, verdadero heredero de César y primer emperador romano, quien invadió Egipto para derrocar a Cleopatra y a Marco Antonio, y quien hizo matar al joven Cesarión el año 30 a.C. para eliminar dudas sobre la herencia. Uderzo mezcla ambos personajes para contar la traición de Brutus a su padre adoptivo.

La historia que nos ocupa va de hijos, ya que este álbum narra cómo Astérix se encuentra con que ha aparecido un bebé en la puerta de su casa, y se extienden chismes en la aldea sobre que pueda ser hijo del propio Astérix. Uderzo refleja algo de moda en 1983: los padres solteros (dos años más tarde se estrenaría en Francia la taquillera película Tres solteros y un biberón). Obélix paga al ganadero Lesiondelmenix con menhires a cambio de leche para el bebé, y el ganadero alude a un futuro campo de menhires, en referencia al yacimiento de Carnac, en Bretaña, que sigue siendo un misterio.

Los galos intentan descubrir quiénes son los padres del bebé, notando que los romanos hacen muchas preguntas sobre él, y quieren capturarlo. Los galos deciden tomar medidas para proteger al bebé. Mientras, el bebé toma una buena cantidad de poción mágica, lo que le convierte en una pesadilla para los enviados a capturarlo, incluidos un legionario vestido de buhonero vendiendo sonajeros, y un centurión disfrazado de niñera, que en castellano versiona canciones republicanas de la Guerra Civil Española. Lógico, traduciendo Víctor Mora.

Finalmente, Brutus, que mantiene su presencia en secreto, decide ocuparse del asunto en persona, atacando la aldea con sus legiones y quemándola entera, mientras él mismo va tras el niño. Exige a las mujeres galas que le entreguen el bebé. Todo el mundo piensa que el niño todavía conserva fuerza sobrehumana, pero Brutus consigue secuestrarlo temporalmente al agotarse los efectos de la poción mágica. Astérix y Obélix no tardan en interceptarlo.

Cuando los galos intentan hacer que Brutus revele la verdad, Julio César llega inesperadamente, y tras él, llega Cleopatra, que resuelve el misterio del niño: es el hijo de César y ella misma. Brutus, para garantizar su acceso al trono, había estado intentado matar el bebé. Aunque en estos cómics se trata a Julio César como Emperador, este título no llegó a ostentarlo históricamente. Julio César llegó a acumular mucho poder en la República Romana, fue un dictador, pero no Emperador, a pesar de haber dado nombre a los césares.

Volviendo a la sinopsis, mientras César se encontraba en campaña, Cleopatra mandó a su hijo a la aldea gala: el único lugar donde podía garantizar la seguridad del niño frente a Brutus, que es finalmente despachado por Julio César. La trama termina con el banquete en la galera real de Cleopatra, al cual sea une el mismo César, habiendo prometido reconstruir la aldea como compensación a los esfuerzos de los galos para proteger a su hijo. Este final atípico le granjeó algunas críticas al autor Uderzo.

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