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La llegada de Superman

  • La mítica cabecera causó furor, consolidó el formato cómic-book y dio inicio al género que acabaría por dominar la industria estadounidense

Imagen del Superman de 'Action Cómics'.

Imagen del Superman de 'Action Cómics'.

"Nunca ha habido ningún cómic como Action Comics", dice Paul Levitz en su introducción al volumen Action Comics: 80 años de Superman: "apareció un par de años después de que las historietas se empezaran a recopilar en el formato que reconocemos hoy en día (...) el núm. 1 apareció en los kioscos en 1938 cuando la sección de tebeos era aún diminuta. Tan solo se publicaba una docena de títulos al mes, así que no hacía falta tener mucho espacio. Pero Action lo cambió todo".

Y sí, no cabe duda de que la mítica cabecera lo cambió todo. Con Superman a la cabeza (o mejor dicho, desde la propia portada), el título causó furor, consolidó el formato cómic-book y dio inicio al género que acabaría por dominar la industria estadounidense. De nuevo en palabras de Levitz, fue en Action Comics "donde cristalizó el concepto de superhéroe combinando elementos propios de la ciencia ficción, del pulp e incluso de las novelas históricas (...) creando un medio que invadiría y conquistaría casi todas las formas modernas de los medios populares durante los siguientes 80 años".

Action Comics: 80 años de Superman rinde homenaje a la serie a través de su personaje por excelencia, y lo hace presentando en un solo volumen una cuidada selección de historietas que abarcan las ocho décadas de maridaje entre ambos, comenzando con el proverbial primer número. Van también aventuras completas de los números 2, 64, 241, 242, 252, 285, 309, 419, 484, 554, 584, 655, 662, 800 y 0, lo que suma una nómina espectacular de autores: Jerry Siegel, Joe Shuster, Don Cameron, Ed Dobrotka, Jerry Coleman, Wayne Boring, Otto Binder, Al Plastino, Jim Mooney, Edmon Hamilton, Curt Swan, Len Wein, Carmine Infantino, Cary Bates, Marv Wolfman, Gil Kane, John Byrne, Roger Stern, Kerry Gammill, Bob McLeod, Joe Kelly, Grant Morrison, Ben Oliver, además de la miríada de nombres que participó en el número 800 y la intervención final, como broche, de Levitz y Neal Adams, que firman una historieta especial.

Por si no bastara con eso, el volumen incluye la presentación del mago Zatara, también del viejo número 1, por Fred Guardineer, y de esa auténtica joya de la Edad de Oro que es el Vigilante de Mort Meskin (el guion lo firma Mort Weisinger, quien acabaría siendo el editor definitivo de Superman durante la década de los 50 y 60). Van también la reproducción de las portadas de unos ashcans (versiones preliminares de colecciones impresas en su día para registrar legalmente los títulos) de Action Comics y Double Action Comics, una historieta inédita de 1945 (salvada literalmente de la quema por Wolfman, tal como este mismo relata en un simpático texto) y un sinfín de artículos como los escritos por Laura Siegel Larson (hija de Jerry Siegel), Jules Feiffer, Tom DeHaven o Larry Tye, además de una pequeña galería de portadas y una sección biográfica. Un verdadero festín para conocer y apreciar el legado de una cabecera fundamental en la historia del cómic que, en este mismo año, ha superado la cifra de mil números. Ahí es nada.

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