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El fin está aquí

Detalle de la portada del volumen.

Detalle de la portada del volumen.

En pocas palabras, con El reloj del juicio final se completa la fusión (por absorción) del universo DC y el de Watchmen. ¿Se imaginan al Súper Destructor Estelar de Darth Vader topándose de frente con el monolito de 2001? Pues eso.

La cosa ha venido fraguándose desde hace tiempo. Por un lado, están las miniseries de Antes de Watchmen (muy bonita, por cierto la de los Minutemen, de Darwyn Cooke), que sirvieron para recordar a los lectores que no hay nada sagrado en el campo de la cultura popular (por desgracia, según unos; afortunadamente, según otros), tanto como para ir haciéndonos el cuerpo. Luego se dieron algunos guiños aquí y allá (véase el final de Universo DC: Renacimiento o la miniserie Batman/Flash: La chapa) hasta que se anunció la serie limitada que nos ocupa, escrita, cómo no, por Geoff Johns, la mente pensante detrás de Crisis infinita, Flashpoint y el citado Renacimiento, y dibujada por Gary Frank, que ya colaboró con Johns en una notable etapa de Superman o las novelas gráficas de Batman: Tierra Uno, por ejemplo.

A la vista está que Frank se ha tomado en serio su participación en El reloj del juicio final, en donde imita con gusto la peculiar narrativa de Watchmen, y también Johns parece haberse superado y está recibiendo buenas críticas, aunque habrá que esperar hasta el final para emitir el veredicto. Por lo pronto, lo que tenemos aquí es una secuela directa de la obra maestra de Alan Moore y Dave Gibbons, con Ozymandias en busca y captura, y tras la pista del Doctor Manhattan, después de que se haya revelado su siniestro plan para alcanzar la paz mundial, lo que, siete años después del final de la miniserie original, ha vuelto a poner al mundo al borde de un holocausto nuclear. En otra parte del multiverso, Superman se despierta con una pesadilla (ante el asombro de su esposa, Lois Lane) relacionada con la muerte de sus padres. ¿Qué más? Ah, sí, en el mundo de Watchmen, hay un nuevo Rorschach y Robert Redford ha llegado a presidente. Y serán doce números, claro está.

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