Thriller-comedia, España, 2012, 95 min. Dirección: Carlos Therón. Guion: C. Therón, Roberto Therón, Alfonso Aranda. Fotografía: Antonio J. García. Música: Antonio Escobar. Intérpretes: Julián Villagrán, Manolo Solo, Nacho Vidal, Marta Torné, Carolina Bona, José Luis García Pérez, Pepón Nieto.

Cierto cine español reciente empieza a desarrollarse o a intentar hacer industria bajo el síndrome del top manta. A saber, se parece o quiere parecerse al original, sale bastante más barato, pero todo el mundo hace y compra sabiendo que es un producto de imitación, ya se trate de terror gótico o, como en este caso, de un thriller juguetón, irónico y posmoderno que se mira en las narrativas desestructuradas y el tono gamberro y autoconsciente de un Guy Ritchie pasado de moda.

El segundo largo de Carlos Therón, en cuyo currículum figura ya el dudoso mérito de haber firmado la segunda entrega del taquillazo Fuga de cerebros, prolonga la historia y los personajes de su corto del mismo nombre para lanzar a la carrera del absurdo, el trile narrativo, el guiño cinéfilo popular y la digresión caprichosa a un puñado de personajes parlanchines que rozan la condición de caricaturas dentro del género de los ladronzuelos, los timadores, los criminales y los mafiosos de puticlub de medio pelo.

Impulsada por los fuegos de artificio de una narración centrifugada y un montaje de ida y vuelta con los habituales efectos de congelado y acelerado marca de la casa, Impávido recorre un paisaje del Norte de España en el que cualquier intención topográfica es pura coincidencia cuando de lo que se trata es de reproducir localizaciones y tipos que no pertenecen tanto a la realidad como a los propios estereotipos del cine que se imita. En ese ambiente, robos, engaños, caminatas, peroratas y pistolas mediante, apenas el personaje creado por Manolo Solo respira cierta singularidad auténtica entre un Julián Villagrán en modo empanado y un Nacho Vidal que no es nadie delante de una cámara si no tiene los pantalones bajados.