Cultura

El rey de la comedia

  • Cátedra publica un brillante ensayo de Pablo Pérez Rubio sobre Jerry Lewis, gran figura de la comedia norteamericana

Jerry Lewis. Pablo Pérez Rubio. Cátedra / Signo e Imagen / Cineastas. 304 págs. 13,70 euros

Tuvieron que ser los críticos franceses, con Truffaut y Godard al frente, los que reivindicaran a Jerry Lewis (Joseph Levitch; Newark, 1926) como uno de los grandes autores de la comedia norteamericana. Mientras en su país no pasaba de ser uno de los payasos y entertainers más populares de su tiempo, primero junto a Dean Martin en una larga serie de shows itinerantes y comedias baratas para la Paramount (My friend Irma, Qué par de golfantes, Artistas y modelos, Loco por Anita), luego en solitario, dirigido indistintamente por George Marshall (El recluta), Frank Tashlin (Yo soy el padre y la madre, Tú, Kimi y yo, El ceniciento) o Norman Taurog (Adiós a mi luna de miel, Un marciano en California), desde 1960 como guionista, productor, director e intérprete de sus propias películas (algunas, como El botones, El terror de las chicas, Un espía en Hollywood, El profesor chiflado o Las joyas de la corona, auténticas obras maestras), la crítica gala se rendía a la evidencia de una singular propuesta cómica que no sólo revitalizaba y prolongaba la mejor tradición del burlesque mudo de Chaplin, Keaton, Lloyd, Laurel y Hardy en la era del Technicolor y el sonido estereofónico, sino que entroncaba, con sus insólitas y atrevidas soluciones de puesta en escena, su particular sentido elíptico del gag visual, su gusto por el absurdo y el nonsense y su mirada subversiva a las sacrosantas instituciones norteamericanas, con la mismísima vanguardia modernista tan de moda en la época.

La decadencia de Lewis desde comienzos de los setenta, fruto de la desubicación de su modelo en el seno de la industria, apagó el brillo de una estrella fulgurante y muy rentable que apenas fue recuperada en sendos ejercicios de homenaje nostálgico por Scorsese (El rey de la comedia) y Kusturica (El sueño de Arizona) y reconocida por la industria (Oscar honorífico en 2008) con muchos años de retraso.

Ahora que ni sus grandes títulos se emiten ya por televisión como en tiempos no tan lejanos, este brillante estudio de Pablo Pérez Rubio viene a reivindicar la grandeza y relevancia de su cine (al margen quedan sus facetas como cantante, showman, empresario o filántropo) con un arsenal metodológico de primer orden (en el que caben desde el psicoanálisis a la morfología del cuento) que restituye el espacio Jerry Lewis desde el análisis detallado de su corpus fílmico para iluminar sus constantes, su contexto, su importancia y su influencia en la historia del cine, que puede sentirse hoy en cómicos como Jim Carrey, Ben Stiller, Will Ferrer, Adam Sandler o Steve Carell.

El personaje creado poco a poco por Lewis asume una poética del cuerpo, un cuerpo descontrolado y nervioso, bizco, espasmódico y de voz nasal, cuando no directamente mudo, lanzado a un mundo en el que difícilmente puede adaptarse y por el que siembra el caos a su paso. Emancipado del macho triunfador que representaba su colega Martin, el personaje Lewis atraviesa más de una veintena de títulos desenmascarando el modelo de masculinidad imperante en la sociedad de su época y buscando una identidad propia (que no es otra que la del looser convertido, in extremis, en héroe) a través de argumentos que adaptan libre o paródicamente relatos infantiles o cuentos de hadas y con un guiño a las formas y la estética excesiva del cartoon, historias en las que se cuelan sátiras sobre la televisión, la publicidad o la propia industria del cine, engarzadas en una peculiar narrativa en la que predomina el fragmento sobre el conjunto y la puesta en escena sobre el contenido, a saber, reivindicando una moderna estética de atracciones en el seno del agonizante y mutante Hollywood clásico.

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