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Crítica de Cine

Seria reconstrucción del atentado contra Heydrich

Los actores Jamie Dornan y Cillian Murphy, en una escena de 'Operación Anthropoid'.

Los actores Jamie Dornan y Cillian Murphy, en una escena de 'Operación Anthropoid'. / d. s.

La obra de Sean Ellis ha ido creciendo desde Cashback (2006) a Roto (2008) y Metro Manila (2013) hasta culminar en esta seria Anthropoid a la que, pese a sus méritos, se le puede reprochar algún decaimiento narrativo y sobre todo la inapropiada estetización (con suspensión de sonido incluida, efectos de luz y hasta un borrón poético) que contrasta con el rigor con que se narra la preparación y ejecución del atentado contra el sádico jerarca nazi Reinhard Heydrich -el carnicero de Praga o la bestia rubia-, tercero en la cadena de mando tras Hitler y Himmler, jefe de la Gestapo, organizador de los Einsatzgruppen -los comandos exterminadores que acompañaban al ejército en su avance hacia el Este, causantes de un millón de víctimas-, uno de los máximos responsables del Holocausto y cruelísimo Reichsprotektor de Bohemia y Moravia. Murió a consecuencia de las heridas sufridas en un atentado perpetrado el 27 de mayo de 1942 por un comando de checos exiliados, entrenados en Inglaterra y lanzado en paracaídas, ayudado por la resistencia interna. Tras su muerte los alemanes fusilaron a miles de checos y destruyeron hasta sus cimientos el pueblo de Lídice, matando a todos sus habitantes varones mayores de 16 años, gaseando en camiones a los niños y deportando a campos de exterminio a las mujeres.

La película se inicia con la llegada de los paracaidistas y se divide en dos partes: la preparación del atentado y la agónica lucha de quienes lo perpetraron hasta que perecieron -unos por los disparos y otros suicidándose cuando todo estaba perdido- tras esconderse en una iglesia ortodoxa, lo que motivó el posterior fusilamiento del obispo Gorazd, posteriormente declarado mártir y santo.

Pese a las ya referidas caídas narrativas y la mala decisión de estetizar sus minutos finales -lo que contradice su sobriedad- esta obra tiene varios puntos fuertes puramente cinematográficos, por ejemplo la escueta dureza con la que se filma el asalto a la casa que albergó a los conspiradores y el exterminio de la familia que la ocupaba; y sobre todo aciertos de guión tanto en el tratamiento de los personajes -el miedo de unos está representado de forma angustiosamente contagiosa y el heroísmo de otros sin retórica- como en el planteamiento del dilema que enfrenta al comando con la resistencia local: ¿de qué sirve matar a Heydrich, si otro carnicero le sustituirá?, ¿qué consecuencias para miles de checos puede tener la muerte de un solo hombre que, además, no acabará con la invasión alemana?, ¿no es más útil el trabajo de desgaste y atentados diario que esa gran acción que podría acabar con la resistencia?, ¿ahora manda Londres una acción suicida, que puede provocar que Praga sea tan devastada como Varsovia, tras haber traicionado a Checoslovaquia en 1938 con los Acuerdos de Múnich? Estas cuestiones, muy bien sintetizadas en el guión, dan rigor e interés histórico a esta estimable película.

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