Fernando Trueba. Cineasta

"Si la realidad no tiene un solo momento de humor, no es real: es mentira"

  • El realizador recibe en Cádiz el homenaje de Alcances. El autor de 'Belle Époque' y 'El artista y la modelo' estuvo en Málaga para hablar sobre Billy Wilder y la comedia clásica.

Sí, Fernando Trueba (Madrid, 1955) es el hombre que ganó el Oscar en 1993 por Belle Époque, el mismo que ha dirigido películas como Ópera prima (1980), El año de las luces (1986), El sueño del mono loco (1989), Two much (1995), La niña de tus ojos (1998), Chico y Rita (2010) y El artista y la modelo (2012). No hacen falta, por tanto, más presentaciones.

-Hace poco volvieron a poner El apartamento en televisión, y al verla tuve otra vez la impresión de que, a partir del mismo material, un director como Elia Kazan, con un guión de Tennessee Williams, habría hecho fácilmente un dramón. ¿Qué termina dictando que una misma historia sea cómica o trágica?

-Es que la comedia, sobre todo la de Billy Wilder, es una representación de la realidad. El drama no representa la vida porque siempre introduce una manipulación, pretende hacer creer que la realidad es gris cuando tiene más colores. Has citado a Tennessee Williams, y me parece bastante representativo en este sentido. En su obra no hay realidad en ningún momento, todo es una parrafada poética a veces muy bonita, a veces difícilmente soportable. El cine se hizo mayor entre los años 50 y 60, y fueron Wilder y algunos italianos los que lo hicieron posible; y cuando hablo de italianos no me refiero a Visconti ni a Antonioni, sino a Monicelli, a Risi y a Germi, y al De Sica de Milagro en Milán. Con El apartamento, Billy Wilder está en ese género, ahí demuestra que le gustaba mucho Divorcio a la italiana. Y deja claro que la realidad, por muy trágica que pueda llegar a ser, siempre tiene algo de humor. Es lo que hacen también Azcona, Berlanga y Ferreri: historias muy terribles, dramáticas y socialmente complejas pero llenas de humor.

-¿Por qué el cine contemporáneo, sin embargo, acude a la parodia o a lo grotesco cuando quiere hacer reír mediante lo trágico?

-Piensa que eso mismo ya estaba en la comedia clásica, desde Aristófanes, en cuya obra había elementos muy dramáticos. Shakespeare sabía introducir muy bien el humor en los dramas, siempre había un Polonio por medio. Si la realidad no tiene humor en algún momento, no es real: es mentira. En los funerales alguien termina siempre contando un chiste. La tragedia continuada es sencillamente insoportable. La mejor comedia es la que está conectada con una visión dura de la vida, y que con el humor puede ser hasta más dura. Con humor puedes tragar cosas que sin él no tragarías. Cuando hice Belle Époque y venía alguien muy de derechas o muy religioso a decirme lo mucho que le había gustado yo me sentía especialmente reconfortado, porque había logrado llevármelos a mi terreno, les había hecho ver de manera agradable cosas que, si las hubiera contado de otro modo, no las habrían disfrutado.

-¿Sería la comedia la mejor manera de contar la crisis?

-Hay quien me dice que haga una película sobre la crisis, pero yo replico que no puedo hacer eso a la gente. Después de no sé cuántos años viviendo situaciones difíciles y leyendo sobre la crisis en todas partes, no puedo ahora decirles que vayan al cine a ver una película sobre lo mismo. La comedia es terapéutica, salvadora. Su cometido es otro muy distinto. Sin ella, terminaríamos amargados.

-¿Y de contarse uno a sí mismo?

-La risa buena es la que se hace sobre uno mismo. Reírse del otro es más difícil. Puede derivar fácilmente a la crueldad.

-En el Festival de Málaga se habla a menudo de la adopción de los modelos de Hollywood por parte del cine español para hacer taquilla. Pero, ¿por qué se adopta hoy más a Vin Diesel y menos a Wilder, Lubitsch o Capra?

-Es que es más fácil hacer una película sobre alguien que corta cabezas que una comedia. El cine de terror es muy simple. Incluso hay directores sin talento que han hecho buenas películas de terror. Sin embargo, siempre he pensado, que conste, que me gustaría hacer una película de suspense, o de miedo. Creo que no se me daría mal, soy bastante miedoso, así que tal vez podría lograr que la gente sintiera pánico. Para hacer buenas películas de miedo hay que ser miedoso, como Hitchcock.

-¿Y cree que encontraría apoyo financiero para un salto así?

-¿Por qué no? Tengo escrito un thriller, no de terror pero con un final cercano al género. Lo escribí para Luc Besson y pensando en Penélope Cruz y Billy Bob Thornton. Por razones que en el cine no se saben no la he hecho, pero me gustaría hacerlo algún día. Me gusta mucho el cine negro y todo eso, pero no hay mucho material de calidad del que partir.

-Tal vez una buena novela, como las de Dennis Lehane. Aunque a Scorsese no le salió muy bien con Shutter Island.

-Uf, la vi hace poco y me parece la peor película de la década. No daba crédito al ver una cosa tan mala. La invención de Hugo la he visto a trozos, pero me da una pereza enorme. Dicen que está bien...

-Es bastante mejor que Shutter Island.

-Es que no me creo a Mélies.

-En general es bastante difícil creerse a Ben Kingsley en cualquier papel. Pero aun así merece la pena, en serio.

-Scorsese se ha vaciado mucho en los últimos años. Tuvo una época muy buena, pero ha perdido interés. Es algo que le pasa a muchos directores, y la verdad es que me da un poco de miedo que me pase a mí también. ¿Por qué gente tan buena como Rob Reiner, Lawrence Kasdan y Walter Hill, de repente, parecen perder el interés por su trabajo y no hacen ni una película en condiciones? ¿Qué les pasa? ¿Es culpa del mundo exterior, es su culpa? ¿Es culpa de la edad? ¿Es culpa del dinero, de que cuando tienes una mansión con piscina te entra la pereza y no quieres trabajar? He conocido a directores a los que le ha pasado, y sí, me da miedo que me pase a mí también.

-¿Quizá el talento es bastante más frágil de lo que a menudo se quiere demostrar?

-El talento no es eterno, claro. Si el hombre no lo es, el talento tampoco. Hay gente que hace sus mejores películas al final de su vida y otros que nunca hacen una película como su primera. ¿Ha hecho Soderbergh algo mejor que Sexo, mentiras y cintas de vídeo? Yo creo que nunca. Y eso se podría decir de unos cuantos.

-También en el Festival de Málaga aparecen jóvenes realizadores con mucho talento, que hacen buenas películas, muy valiosas, pero luego éstas a menudo ni siquiera se estrenan. ¿Dónde falla la conexión entre talento e industria en el cine español?

-España nunca ha tenido una industria. Somos un país muy pequeño y siempre hemos sido vendidos por los políticos. España, como terreno de espectadores, se ha vendido siempre a las compañías americanas, a través del doblaje y el monopolio. Aquí nunca ha existido nada parecido al libre mercado. Y una película doblada es una aberración. Siempre hemos sido vendidos, sistemáticamente, primero por Franco, luego en la Transición, luego por los socialistas, y así hasta ahora. Si fuéramos un país como Brasil o EEUU, de cientos de millones de personas, podríamos haber creado una industria. España pudo haberla creado con los países latinoamericanos, pero no nos lo han permitido. Todos esos países han estado con golpes de Estado y con dictaduras, y vendidos siempre a la industria norteamericana, así que nunca se ha podido crear una industria plurinacional de cine en español, por más que hayamos compartido una historia política francamente triste. Eso sí habría sido enriquecedor, pero en cada época el presidente de turno, argentino, chileno o español, se ha encargado de vendernos. Espero que, al menos, les hayan dado dinero y lo tengan en el banco.

-¿Es un castigo por díscolos?

-No, el problema es la corrupción. Los gobiernos corruptos destruyen industrias propias. Fíjate lo que ha ocurrido en un país tan aparentemente modélico como Finlandia con Nokia. Es un caso de corrupción tremendo: alguien decide arruinar el país y luego venderlo. Eso también ha pasado aquí en España. Y no ha pasado nada.

-¿En qué momento de su carrera se convenció de que hacer cine merecía la pena?

-Recuerdo uno especialmente, el tercer día de rodaje de Belle Époque, con Fernán-Gómez. Todavía ni habían llegado las actrices. Estábamos rodando una escena del principio, cuando Jorge Sanz va borracho en un carro y Fernán-Gómez le recita un fragmento de La montaña mágica sobre el cuerpo de la mujer. Aquella noche yo todavía no sabía cómo iba a ser la película, pero recuerdo decir a los que estaban conmigo que sólo por rodar aquella escena ya me merecía la pena no sólo hacer aquella película, sino dedicarme al cine.

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