Cultura

El monstruo descubre al prójimo

  • Martín Cuenca estrena mañana 'Caníbal', la oscura historia de amor de un asesino antropófago.

El almeriense Manuel Martín Cuenca se marcó con La mitad de Óscar, hace ya tres años, la proeza de filmar una sutil y hermosa historia de amor con un asunto tan incómodo a priori como el incesto. Al director le atrae, reconocía ayer en una visita a Sevilla, enfrentarse a "retos casi imposibles", y halló otra posibilidad en una novela del cubano Humberto Arenal que le pasó su coguionista, Alejandro Hernández, y que mostraba un protagonista peculiar: un antropófago. Le interesó indagar en los sentimientos de un hombre que podría ser "una representación del mal", pero se tomaría algunas licencias: decidió adaptar el libro cambiando el trasfondo del relato original, la Cuba de los años 60. "Nos parecía que podíamos pecar de paternalismo, porque en Europa pensamos a menudo que el mal ocurre en otros sitios, cuando de aquí han surgido grandes males como el holocausto promovido por los nazis o el capitalismo despiadado", sostiene el realizador, que eligió para la acción de su filme una ciudad, Granada, "en la que he vivido, que conozco muy bien y que no ha sido muy utilizada para historias actuales, que se asocia más a Lorca y a Mariana Pineda".

Caníbal, que llega mañana a los cines avalada por las buenas críticas de los festivales de Toronto y San Sebastián, supone "un riesgo" también para Antonio de la Torre, que nunca hasta ahora, a pesar de su ya consolidada trayectoria, había defendido un personaje que llevara "todo el peso de la película" como el sastre taciturno y sombrío que encarna. "Contábamos la historia desde el punto de vista del asesino, y si el personaje no agarraba, el proyecto se hundía como el Titanic", señala el actor. El malagueño evitó entrar "en los códigos morales" del protagonista, "porque si no es imposible hacerlo", y enfocó a Carlos, ese individuo "cuya forma de manifestar el deseo es matando y comiendo", desde "la imposibilidad de empatizar con el otro, de ver al otro".

Caníbal, advierte Martín Cuenca, es "una fábula" que contempla la posibilidad de que semejante monstruo albergue algo de humanidad gracias al amor por una mujer [Nina, interpretada por la actriz rumana Olimpia Melinte, que aprendió español para esta cinta y que se luce con dos personajes]; un filme de terror que reflexiona sobre "el motor más hermoso del mundo, el amor, y el descubrimiento del otro". En ese relato sobre el pecado, la sangre y la redención, Martín Cuenca ha aprovechado la iconografía de la Semana Santa granadina. "Las cofradías colaboraron como lo hizo toda la ciudad. Conocían la historia y sabían que no hemos hecho este proyecto para escandalizar. Han visto el resultado y están orgullosos". El realizador reivindica que "el alma" de un largometraje está en "los detalles", y Granada proyecta su atmósfera evocadora y magnética en la película. "Cada sitio aporta algo especial. Cuando hice La mitad de Óscar en Almería, la gente se sorprendía de cómo sonaba el viento. Era algo que yo, que era de allí, no había notado: para mí, ese viento era normal", recuerda Martín Cuenca.

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